La falta de fuerza digestiva II

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Hay alimentos que producen frío interno y consecuentemente ralentizan la digestión, por eso el conjunto de la dieta debe proporcionar más calor que frío. Hoy hablamos de las características de los alimentos más allá de los nutrientes que contienen.

Continuación del post: «La falta de fuerza digestiva I»

Como decíamos en el post anterior, los alimentos tienen un comportamiento asociado a sus características energéticas que es determinante a la hora de su utilización para tener una buena función digestiva. Nos referimos a la clasificación yin yang.

Debemos saber que somos animales de sangre caliente y salada y que además lo salado calienta el cuerpo; luego el sodio debe estar presente en la dieta en cantidad suficiente como para permitir el calor interno necesario para el buen funcionamiento del aparato digestivo.

Las dietas deben ser moderadas en el consumo de sodio, pero no bajas en sodio en todos los casos.

Alimentos yang de naturaleza calentadora

Son alimentos de naturaleza calentadora: la sal, los salazones, embutidos, carnes rojas, huevos, quesos curados, caviar, horneados (pan, pizza, empanada…).

Un exceso de alimentos de este tipo no es recomendable porque aunque los podamos digerir sin dificultad pueden favorecer las úlceras de duodeno, la formación de cálculos renales y hepáticos, así como depósitos en forma de tumores benignos y malignos.

No se trata de comer alimentos pesados, duros y congestivos a todas horas, sino de entender que el sodio debe estar presente en nuestra dieta, añadido a los alimentos equilibradores de calidad vegetal como son los cereales y las legumbres. Hablamos de la sal marina y/o los condimentos salados como el miso, tamari y gomasio.

Los alimentos de calidad animal pueden estar presentes en nuestra dieta en pequeña proporción en caso necesario, siempre de producción ecológica por supuesto.

Alimentos yin de naturaleza enfriadora

Son alimentos de naturaleza enfriadora: el azúcar, los dulces, el alcohol, los refrescos, las frutas, las ensaladas, la leche, el yogurt, los lácteos blandos, las harinas, el chocolate, la miel…

Un exceso de este grupo de alimentos favorece la falta de fuerza digestiva en todas sus formas: deficiencias enzimáticas, alergias, intolerancias alimenticias y un largo etcétera.

Otro aspecto que determina el resultado de la dieta es el procesamiento de los alimentos antes de llevarlos a la boca, hablamos de comer crudo o comer cocinado.

Lo crudo y lo cocido

Los alimentos crudos requieren más fuerza digestiva que los cocinados ya que el fuego preligiere los alimentos. Por eso mismo un consumo continuado de alimentos crudos va debilitando la función digestiva y más aún si se toman recién sacados del frigorífico.

Contrariamente los alimentos cocinados, son tanto más fáciles de digerir cuanto más tiempo se cocinan. Debemos precisar que no hablamos de altas temperaturas sino de fuego lento y bajas temperaturas. Recordemos que un fuego fuerte quema y uno suave cocina. No se trata por lo tanto de que comamos los alimentos excesivamente calientes en el plato sino de que hayan sido cocinados más tiempo.

Otro ejemplo de que el fuego predigiere los alimentos es el tueste. Al tostar se produce el dextrinado de los cereales donde los almidones de transforman en maltosas que son azúcares de absorción rápida.

La cantidad de agua

Otro factor que determina el resultado de la digestión es la cantidad de líquido total ingerido durante la comida. Todos los expertos coinciden en que beber durante las comidas diluye los jugos gástricos, produce sensación de hinchazón y debilita la digestión y más aún si se toman bebidas frías.

En el próximo post daremos unas pautas generales para mejorar la fuerza digestiva.

Continuará en el post: “La falta de fuerza digestiva III”

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