Consideraciones sobre la carne de cerdo II

Continuación del post:  “Consideraciones sobre la carne de cerdo I”

Queremos compartir todos los estudios que explican la relación entre el consumo de la carne de cerdo y determinadas enfermedades comunes.

La carne de cerdo y el cáncer

La carne de cerdo es muy rica en hormona del crecimiento. Esta hormona es la responsable del aumento del crecimiento en general y en casos de predisposición a padecimientos tumorales puede ayudar a que los tumores crezcan.

Este hecho se puso en evidencia en el período de la postguerra con pacientes de 60-70 años, que enfermaron rápidamente de cáncer, cuando junto con la existencia de una determinada predisposición, empezaron a consumir de forma cada vez más habitual pan con tocino ahumado para cenar. Lo mismo sucedía con animales de laboratorio a los que se les podían provocar experimentalmente tumores cancerosos si se les alimentaba con carne de cerdo.

El colesterol, además de los problemas mencionados antes, interviene de forma decisiva en la transformación de las células cancerosas. Los benzopirenos que aparecen durante el ahumado de la carne de cerdo son cancerígenos demostrados.

La hormona del crecimiento, los benzopirenos y el colesterol, son tres sustancias indeseables cuando queremos preservar nuestra salud.

La histamina

La histamina es responsable de favorecer la puesta en marcha de procesos inflamatorios y urticariantes como apendicitis, colecistopatías, flebitis, flujo vaginal, abscesos y flemones. Igualmente favorece las enfermedades cutáneas como eczemas, dermatitis, forunculosis, urticaria, neurodermitis y otras dermatosis. La carne de cerdo tiene un elevado contenido en histamina a diferencia del resto de las carnes. De modo que todas las personas que sufren de alergias, enfermedades cutáneas… mejoran sensiblemente si descartan la carne de cerdo de su dieta.

El virus de la gripe

Según estudios del Instituto de Investigación de enfermedades víricas de Londres, el virus de la gripe se almacena en los pulmones del cerdo y está presente prácticamente en todos los embutidos elaborados con su carne. Cuando comemos embutidos regularmente tenemos alta probabilidad de contaminarnos.

Recordemos que las epidemias de gripe que siguieron al término de la 1ª Guerra Mundial causaron más víctimas que la guerra en sí, especialmente en Alemania. Al pueblo alemán hambriento de las post-guerra le fue suministrado como alimento principal nada menos que carne de cerdo procedente de los Estados Unidos de América.

El Dr. Reckeweg tras largos años de ejercicio médico observó, que cuando unas enormes cantidades de conservas de carne procedentes del Canadá eran vendidas a la población alemana hacia el mes de Noviembre, o tras la matanza casera del cerdo en invierno, era seguro que hacia Enero-Febrero aparecían las primeras epidemias de gripe.

Debemos insistir una vez más en que para el mantenimineto y/o la recuperación de la salud, no es suficiente con tomar alimentos ecológicos. Una cosa son los productos químicos añadidos en la producción y en la elaboración de los derivados del cerdo y otra bien distinta, su composición.

Continúa en el post: “Consideraciones sobre la carne de cerdo III”

 

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