Cuando viajo, me mareo

Hoy comparto con vosotros un breve escrito que da respuesta al porqué de los mareos y los vómitos durante los viajes. Modificando nuestros hábitos alimenticios los viajes pueden dejar de ser una pesadilla.

Muchas personas tienen problemas en los viajes y llegan incluso a vomitar como consecuencia del mareo. Por eso nunca se ponen en marcha sin las pastillas para hacer más soportable el trayecto. Solo algunos conocen remedios infalibles como la raíz de jengibre, la ciruela umeboshi o el bocata de tortilla.

La comprensión del comportamiento energético de los alimentos, lo que algunos llaman el yin y el yang, es esencial para entender el origen de este desorden, así como el porqué del funcionamiento de los remedios antes citados.

Los alimentos yin tienen energía ascendente y expansiva, es decir, abren el cardias, lo que comúnmente se conoce como la boca del estómago: empujan su contenido hacia arriba y se suben a la cabeza del mismo modo que lo hace el alcohol. Nos referimos al azúcar y todo lo dulce, así como a los alimentos grasientos como la mantequilla y la nata. También son yin los zumos, helados y refrescos.

Cuando consumimos alimentos de este grupo antes de viajar, la probabilidad de sufrir mareo aumenta de forma notable. De la misma manera, ocurrirá lo mismo si los alimentos yin son predominantes en nuestra dieta cotidiana.

Los alimentos yang, por el contrario, tienen energía descendente y contractiva: son las carnes, pescados, huevos y, en general, todo lo salado. Un ejemplo de la energía descendente de los alimentos yang es el ataque de gota que se manifiesta en el dedo gordo del pie, cuando abusamos de la carne. Casos como éstos explican por qué funcionan remedios populares como la ciruela umeboshi, la raíz de jengibre, una buena tortilla o un bocadillo de jamón, etc.

Para poder disfrutar del viaje sin necesidad de medicamentos debemos aprender a reconocer el aspecto funcional de los alimentos: su comportamiento en el cuerpo.

Una vez más, no nos queda más remedio que rendir tributo a Hipócrates cuando decía: “que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”.

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