La anemia I

Hablamos de anemia cuanto tenemos menos hematíes, menos hemoglobina o el valor del hematocrito está por debajo del rango considerado normal. Según la OMS se considera anemia si la hemoglobina está por debajo de 13 g./dl. en los hombres y de 12 g./dl. en las mujeres.

Causas:

La principal causa de la anemia es la deficiencia de hierro, por eso muchas veces tener el hierro bajo se contempla como sinónimo de anemia. Se considera que el 50 por ciento de los casos de anemia son consecuencia de una ingesta baja de hierro en la dieta, y en la actualidad este desorden afecta aproximadamente a una cuarta parte de la población mundial.

Las deficiencias de otros micronutrientes además del hierro también pueden aumentar el riesgo de padecer anemia. Hablamos de la cobalamina (vitamina B12)  el ácido fólico (vitamina B9), la riboflavina (vitamina B2), etc.

Una gran parte de las anemias están relacionadas con enfermedades del aparato digestivo donde está comprometida la absorción de los nutrientes, nos referimos a enfermedades inflamatorias intestinales, intolerancias alimenticias y otras.

En otros casos la anemia es debida a infecciones por hongos, bacterias o virus, así como las parasitosis por áscaris y otros.

Pero entre las mujeres muchas veces la causa de la anemia es pérdida excesiva de sangre durante la menstruación.

Como la manifestación más frecuente de la anemia es por deficiencia de hierro, vamos a profundizar en este aspecto sobre todo.

El hierro

El hierro forma parte de la molécula de la hemoglobina que es quien transporta el oxígeno hasta las células, siendo por tanto muy importante mantener unos niveles adecuados en la sangre.

De hecho, a nivel intestinal tenemos un sistema de regulación, por el que la absorción intestinal de hierro aumenta cuando en la sangre tenemos los niveles bajos y viceversa, este hecho favorece el que los niveles de hierro sanguíneos se mantengan constantes de forma continuada.

La controversia hierro hemo/hierro no hemo

Es común escuchar tanto a médicos como a personas de la calle que si no tomas carne tendrás anemia. Esa creencia viene de que el hierro se absorbe en forma ferrosa (reducida), y es de ese modo como aparece en las carnes. Es lo que se conoce como hierro hemo.

Por el contrario, en los vegetales el hierro se presenta en forma férrica (oxidada), por eso se dice que el hierro de los vegetales no se absorbe. Es lo que llamamos hierro no hemo.

Cuando además de estudiar nutrición aprendemos un poco de química observamos que la vitamina C presente en los vegetales reduce el hierro férrico a ferroso, es decir transforma el hierro no hemo en hierro hemo. De este modo aunque utilicemos fuentes vegetales de hierro aseguramos su absorción al contar con la inestimable ayuda de la vitamina C tan abundante, por cierto, en el reino vegetal.

Muchas personas desconocen que las bacterias de la flora intestinal, además de digerir la celulosa, sintetizan vitaminas; de modo que no necesitamos tomar cítricos todos los días. Es más interesante consumir col, brócoli o un poquito de perejil, por su efecto equilibrador de la homeostasis.

Factores que favorecen la absorción de hierro

Un dicho popular afirma: no somos lo que comemos, sino lo que asimilamos de modo que para asegurarnos una buena absorción del hierro presente en los alimentos debemos tener una buena digestión y una flora intestinal en buen estado.

Esto se consigue incluyendo en la dieta alimentos lactofermentados como el chucrut y el miso no pasteurizado. Excluimos los derivados fermentados de la leche de vaca como el yogurt y el kéfir. La leche de vaca es un alimento para ser mamado, al igual que la de cualquier otra hembra de los mamíferos, y no es alimento para seres humanos.

Factores que disminuyen la absorción de hierro:

Los ácidos oxálico, carbónico, fosfórico presentes en muchos alimentos como: té, chocolate, café, bebidas con gas, etcétera.

Tomar habitualmente alimentos congelados también favorece la anemia ya que la congelación hace que disminuya el contenido en vitamina C de los alimentos.

Igualmente las dietas con alto contenido en calcio favorecen la anemia porque el calcio compite con el hierro en su absorción.

Es recomendable así mismo evitar la presencia de metales pesados como el cadmio, plomo, arsénico… ya que favorecen las anemias hemolíticas.

Si analizamos el problema, en la mayoría de las personas que padecen anemia, no hay una deficiencia en el aporte, ya que el hierro está presente tanto en los alimentos de origen animal, como en los vegetales. Los niveles bajos de hierro en la sangre están condicionados en la práctica totalidad de los casos por una malabsorción intestinal.

El principal factor que determina la falta de fuerza digestiva, que es la responsable de una deficiente capacidad de absorción, es un consumo excesivo de alimentos yin-enfriadores. Esto se refleja en una expresión popular que dice: ¡ese no ha comido caliente en su vida, no tiene sangre!

La anemia y la memoria

En relación a la memoria y otros aspectos del funcionamiento cerebral, diremos que aunque nuestro cerebro representa tan solo el 1,7 por ciento del cuerpo, acapara el 14 por ciento de la circulación sanguínea, consume el 23 por ciento del oxígeno total y utiliza el 24 por ciento de la glucosa que contiene la sangre.

Como la hemoglobina es el transportador de oxígeno, cuando tenemos anemia el recuento de hematíes y el nivel de hemoglobina están bajos, lo que provoca que nuestra actividad cerebral disminuya, pudiendo tener problemas de memoria o de falta de capacidad de concentración.

Este aspecto, ignorado por muchos, nos advierte de que la anemia no solo produce debilidad, decaimiento o caída de cabello, sino daños mucho más importantes.

Continúa en el post: La anemia II

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