La gripe estacional

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Cada año después de las fiestas nos visita un incómodo huésped: el virus de la gripe. Los medios de comunicación no dudan en hacerse eco y nos inundan con titulares recurrentes del tipo: “Los casos de gripe se disparan…”, “Hacinados en los pasillos por la gripe”, “Fallece la primera víctima con la gripe A”, “La epidemia de gripe se adelanta dos semanas”… Y muchos hablan de la gripe estacional. Pero, ¿qué es realmente esta gripe?

A nada que seamos un poco observadores nos daremos cuenta de que todos los años, después de las fiestas navideñas, se “despierta” el virus de la gripe. No es casualidad, sabemos que los virus, las bacterias y otros patógenos conviven con nosotros en un equilibrio dinámico y que, cuando ese equilibrio se rompe, los gérmenes proliferan, se multiplican y “nos atacan”.

Las causas

Es de sobra conocido que los factores externos y ambientales son agentes causales de cualquier enfermedad de deficiencia, como en este caso lo es el clima invernal; es decir, el frío es un elemento debilitador y por eso muchas personas enferman en la estación fría. Hablamos cada año de amigdalitis, resfriados, reuma, lumbago… pero la gripe siempre es fiel a su cita: justo después de Navidad.

Los días de fiesta están relacionados con excesos en la comida en nuestra cultura. Abusamos de la cantidad, y no precisamente de alimentos saludables, sino de carnes, mariscos y demás delicatesen acompañados de dulces, alcohol y cafeína. En todas las tradiciones, la comida de celebración incluye alimentos excesivamente yang acompañados de alimentos excesivamente yin, y quedan excluidos los alimentos equilibradores.

Si durante las fiestas hemos abusado de banquetes con langostinos, foies, pulardas, lubinas… y los hemos regado con buenos cavas acompañados de turrones y mazapanillos, ya tenemos el caldo de cultivo perfecto para la “explosión de la enfermedad». No debemos olvidar que los virus se alimentan de proteínas y que los alimentos dulces debilitan al sistema inmune.

La clave de porqué unas personas se contagian fácilmente, y otras permanecen inmunes, descansa en la predisposición individual que está condicionada por la constitución genética. También es determinante la condición, o lo que es lo mismo, el estado de su sistema inmune, aspecto este condicionado por sus hábitos alimenticios cotidianos.  De ese modo, las comidas de las fiestas representarían «la gota que colma el vaso».

Acompañar a la fiebre

Hay una expresión popular que afirma que la gripe con medicación dura una semana, mientras que sin ella se prolonga ocho días. Quiere decir que muchas veces, aunque tomemos antitérmicos, la fiebre se resiste y vuelve a aparecer…

He tenido que esperar más de 30 años para escuchar que médicos cualificados como José Luis del Pozo (especialista en enfermedades infecciosas de la Clínica Universitaria de Navarra) afirmen que la fiebre es un mecanismo de defensa del organismo. Efectivamente, es algo que en mi caso he explicado en numerosos ocasiones a todos aquellos que han asistido a los cursos de Medicina Biológica que he impartido en los últimos años.

Es sabido que los pacientes que tienen una infección y no producen fiebre tienen peor pronóstico que los que sufren elevación de la temperatura, por lo que podemos considerar a la fiebre como nuestra aliada. La explicación científica es que, al elevarse la temperatura, el ciclo vital de los virus se frena y se estimula la producción de citoquinas inflamatorias que ayudan a destruirlos.

Otro médico, Antonio Redondo (pediatra del Hospital Internacional de Medimar Alicante), afirma que hay una «fiebrefobia» generalizada, cuando la fiebre es sólo un síntoma de la alteración de nuestra salud. Cuanto más desequilibrada sea nuestra alimentación, la fiebre puede ser más alta y durar más tiempo, lo mismo que el nivel de agotamiento y dolor generalizado. En todos los casos hay que acompañar a la fiebre, modularla, bajarla un poco… pero no suprimirla.

¿Qué hacer si tenemos gripe?

Si nuestros hábitos alimenticios son saludables, evitaremos que los virus nos ataquen, y las personas de nuestro entorno no nos contagiarán; en caso de hacerlo el proceso no durará más de 72 horas, y sufriremos una elevación suave de la temperatura. Este caso no requiere ningún tipo de actuación más allá de hacer reposo y tomar té kukicha con kuzu y umeboshi.

En el caso de que suframos una infección seria, deberemos hacer una dieta ligera a base de cereales con verduras y acompañar nuestros platos con los condimentos fortalecedores de la inmunidad como son el miso, tamari, umeboshi y gomasio. Para bajar la fiebre usaremos paños fríos en la frente y en las muñecas. Sería conveniente mantener la fiebre por debajo de 38,5ºC. De este modo permitiremos que nuestro organismo salga fortalecido después del proceso.

Esta publicación pretende sensibilizar sobre la importancia de una buena alimentación, en ningún caso sugerimos evitar el consejo del médico en el caso de que sea necesario.

Para saber más sobre la inmunidad, ver los post: «El microbio o el terreno» y «Los condimentos macrobióticos, alimentos/medicamento»

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