La pubertad precoz

Hoy escribo sobre la pubertad, que normalmente comenzaba a los quince años y en la actualidad aparece a los nueve, ocho e incluso siete años.

En la actualidad tanto los niños como las niñas alcanzan la pubertad mucho antes que en las generaciones pasadas. En las últimas tres décadas se observa estadísticamente un aumento, sobre todo en las niñas, de la aparición del vello púbico y el crecimiento de las mamas.

Como dato histórico podemos afirmar que en el siglo XIX la edad media de maduración sexual en las niñas era a los quince años, en el siglo XX a los doce años y en la actualidad a los diez años.

Un estudio publicado en la revista Pediatrics reveló que: La proporción de niñas que tuvieron desarrollo de los senos a las edades de siete y ocho años, sobre todo entre las niñas blancas, es mayor que la reportada en estudios de las niñas que nacieron hace 10 o 30 años antes.

La situación es crítica ya que los médicos hoy tienen más preguntas que respuestas y a veces les dicen a los padres que es normal que las niñas maduren antes, en vez de decirles que en la actualidad este hecho es muy frecuente, pero en ningún caso normal.

Los biólogos sabemos que, en el reino animal, la velocidad de desarrollo (y consecuentemente de maduración) es inversamente proporcional a la longevidad. Los seres humanos somos animales muy longevos, por eso, nuestra velocidad maduración es necesariamente lenta. Si en la actualidad este proceso se está acelerando, debemos preguntarnos por qué.

Una vez más comparto esta frase que en mis escritos y en mi consulta se ha convertido en un matra: “No hay enfermedad sin causa, y solo si conocemos la causa podemos ponerle remedio”.

Posibles causas de la pubertad precoz

La medicina oficial nos dice que la pubertad temprana puede ser consecuencia de tumores en los ovarios, en las glándulas suprarrenales o en la hipófisis. También puede ser resultado de anomalías del sistema nervioso central, antecedentes familiares o ciertos síndromes genéticos poco comunes.

En muchos casos, no se puede determinar la causa del trastorno. Por eso muchas veces nos encontramos con la frase: de etiología desconocida. La visión que se nos ofrece del problema es, como siempre, descriptiva y resignada.

Las propuestas de tratamiento pasan por la administración de hormona luteinizante sintética (LHRH). Esta hormona puede detener el proceso de maduración sexual.

Otros expertos con una visión más holística hablan de que la pubertad precoz puede estar determinada por posibles productos químicos ambientales como los disruptores endocrinos, los bisfenoles como el BPA, el PVC, las dioxinas, derivados del DDT, el PFOA que se encuentran en los utensilios de cocina, los parabenos, los metales pesados… La lista de productos químicos incluidos en nuestro día a día se hace más y más grande como explicamos en los posts de La química en la producción de alimentos, La química en la elaboración de alimentos y Utensilios de cocina y toxicidad.

Añadidos a estos factores de contaminación química estrían el estilo de vida sedentario, el estrés y la obesidad.

Esta propuesta contempla evitar los químicos en los alimentos, o lo que es lo mismo, consumir alimentos ecológicos, hacer ejercicio, reducir el estrés y bajar peso.

El objetivo parece un poco más razonable que la administración de hormonas, pero las recomendaciones son tan generales que, si cualquiera de vosotros tiene una hija con pubertad precoz, tendría que hacer un máster para llevarlas a la práctica y ver los resultados.

Pero el desencadenante principal, determinante en este caso, no la refleja ninguno de los dos grupos de expertos, hablamos del aumento desorbitado del consumo de leche y derivados lácteos en los últimos cuarenta años.

La leche y los derivados lácteos

Para entender la relevancia de este hecho debemos acudir de nuevo a la bilogía y hacer unas comparaciones dentro del reino animal.

Es interesante recordar que la leche de cada animal está diseñada de forma altamente específica para favorecer el desarrollo y crecimiento de sus crías. Así lo podemos comprobar cuando analizamos la cantidad de proteínas, grasas, calcio, hormona de crecimiento … de las leches de los diferentes animales.

Los animales mamíferos se caracterizan porque alimentan a sus crías con leche mientras no tienen dientes, pero cada especie de mamífero produce una leche diseñada “a medida” por la naturaleza, para sus crías.

En la historia humana, la leche de vaca no se ha usado en la infancia nunca, ya que cuando una madre recién parida no tenía leche, el bebé se criaba con una nodriza, o ama de cría. Solo en casos excepcionales se ha utilizado leche de vaca cruda diluida con agua al 50 %.

Durante más de mil quinientas generaciones la única forma de alimentar a los bebés ha sido el amamantamiento ya que no existían los biberones. Os recuerdo que las leches infantiles de fórmula son leches de vaca, eso sí, ¡adaptadas!

La leche de los animales ha estado presente en la dieta humana desde que domesticamos a las vacas, ovejas, etc., pero su consumo ha estado limitado por el ciclo reproductor de estos animales y por ser un alimento perecedero, pensemos que en la infancia de muchas personas mayores no existía el frigorífico.

De la mano de la revolución industrial y de la mecanización de la agricultura, comienza a haber excedentes en la producción agrícola. Este hecho permite criar animales para el consumo humano, y como consecuencia aumentan de forma muy importante el consumo de carne y productos lácteos.

No existe la casualidad: conforme se desarrolla la industria láctea con sus diferentes métodos de conservación: refrigeración, pasteurización y esterilización, el consumo de leche y derivados pasa a ser el alimento más consumido en el hogar en la actualidad según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente. Paralelamente empieza a disminuir la edad en la que aparece la pubertad.

Volviendo a la reflexión de que, cuanto antes se desarrolla un animal menos años vive, podemos entender que cuanto más precoz sea la pubertad, también lo será la menopausia.

De hecho, la aparición de la menopausia antes de los 40 años es cada día más común, cuando la vida fértil de las mujeres se debería mantener hasta los 55 años, como ha sucedido a lo largo de la historia.

Recapitulando

Si se acelera la maduración sexual… ¡se adelanta también la menopausia!

Estas afirmaciones son estadísticamente ciertas, en la consulta cada vez vemos más mujeres con menopausia precoz y la situación empieza a ser alarmante. Una de las manifestaciones más llamativas es la infertilidad en mujeres cada vez más jóvenes por agotamiento de su reserva ovárica.

Pautas para frenar el desarrollo precoz de las niñas:

  • Ser amamantadas por una mujer en la etapa en que son lactantes
  • No tomar leche de otros animales: vacas, cabras, ovejas, yeguas, búfalas, etc., ni derivados lácteos. Esos alimentos deberían ser de consumo ocasional, no preferente.
  • Consumir alimentos ecológicos y aumentar la actividad física.

Es exactamente lo que hacían nuestras abuelas que empezaron a menstruar mucho más tarde y tuvieron la menopausia a partir de los cincuenta y cinco años.

Para saber más os recomiendo el post: La leche de vaca, ¿alimento para seres humanos?

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