Trascender el sufrimiento

Descubre una forma de ayudarte a superar las dificultades, desde la comprensión profunda del porqué de las cosas.

Hace ya unos años, en esa búsqueda del conocimiento que ha marcado mi vida, fui a un curso de Medicina Tibetana y cuál fue mi sorpresa cuando lejos de recibir información sobre protocolos de actuación en tal o cual enfermedad, el lama resumió el curso en lo siguiente:

«La única enfermedad grave es la ignorancia, venimos a este mundo con una venda en los ojos y las dificultades, los sufrimientos y las enfermedades que nos aquejan a lo largo de la vida son tan solo unos desafíos para irnos quitando la venda de los ojos y finalmente alcanzar la iluminación».

En aquella época, esas claves me “estaban un poco grandes”, era mi etapa “científica”. Después de años de ver el sufrimiento que aqueja a mis pacientes, entiendo claramente que además de enseñarles a comer adecuadamente, debo también enseñarles a conducir su mente por el camino de la paz interior.

Debo decir, como experiencia personal, que no puedes dar algo que no tienes, por eso una cosa es estudiar y otra muy diferente aprender. Luego, antes que nada, me inicié en eso de trascender el sufrimiento.

El budismo es una de las mayores religiones del mundo, la espiritualidad oriental nos atrae mucho a los occidentales, porque responde a un vacío existencial presente en nuestro interior, reflejo del malestar social en occidente.

Es una doctrina eminentemente práctica donde predominan la experiencia personal y el razonamiento lógico y pretende mostrar el camino que conduce a la superación del sufrimiento.

Un principio budista elemental es que tanto si lo quieres, como si no, en la vida te vas a encontrar con el sufrimiento: incomodidad, dolor, resistencia al cambio… Y ese principio sugiere que el sufrimiento tiene que ver con que basamos nuestra felicidad en conseguir bienes materiales, en que tenemos un apego excesivo a las personas y a las cosas, también a las ideas…

Muchas personas, no están nunca satisfechas con lo que tienen, no importa cuanto sea lo que han conseguido, da igual que sea en el plano material, académico, artístico…

En nuestra sociedad muchos individuos actúan desde la premisa de que “el fin justifica los medios” para conseguir poder o bienes materiales, lo vemos cada día en los medios de comunicación.

Las enseñanzas de Buda nos permiten hacer una aproximación a trascender el sufrimiento, como veremos a continuación.

Primero debemos comprender que todo aquello a lo que nos apegamos, cambia, no permanece en el tiempo. Ningún objeto posee un valor objetivo en sí mismo, somos nosotros los que se lo damos. El sufrimiento se origina en la mente, si abandonamos el apego al deseo, a la ambición y a las emociones negativas… nos estaremos liberando del sufrimiento. Para alcanzar la paz interior debemos actuar sobre tres pilares fundamentales:

La sabiduría

La sabiduría implica un esfuerzo por adquirir una visión profunda de las dinámicas internas que rigen nuestra vida y está relacionada con la práctica de la compasión, la generosidad y la ética.

La virtud

La virtud implica según Buda expresarnos de un modo sincero, afectuoso, claro y positivo. Hay una ética del comportamiento básica, como, no matar, no robar… Debemos ser positivos, sinceros, pacíficos y conciliadores.

La concentración

La concentración se basa en tener una vida activa, dinámica y equilibrada. Debemos permanecer atentos a los pensamientos y las emociones, a no dejarnos engañar por las apariencias.

La meditación es un método psicofísico que pretende alcanzar un estado de paz interior y descubrir la naturaleza esencial de la mente y sin duda, puede ser una herramienta muy útil. No es preciso dedicarnos una hora todos los días a hacer meditación en posición de loto… simplemente debemos “estar atentos y dejarnos llevar”, así lo explicaba el lama en un curso.

Para liberarte del sufrimiento, libérate del apego, de tu fijación por la causa, relativiza la importancia de aquello por lo que sufres y déjalo ir… y recuerda que la vida es una escuela y que todas las cosas que nos ocurren son para aprender, en unos casos lo que debemos hacer y en otros lo que no debemos hacer.

Desde el «espíritu principiante» que es el motor de mi vida.

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