Vivir sano

Con frecuencia oímos eso de vida sana, hábitos saludables, vivir con salud… pero si tenemos que definir qué es en realidad la salud, muchos de nosotros nos encontraríamos sin saber muy bien qué decir.

La mayoría de las personas definen la salud como no tener enfermedades, pero quizás una forma más adecuada es la de definirla  como un estado de armonía, equilibrio y paz, donde los niveles espirituales, emocionales y físicos del ser se sincronizan y nos dan una vida plena.

Desde muy antiguo los taoístas hacen una enumeración de los requisitos para estar sano que puede ser ilustrativa.

1. No estar nunca cansado

Una persona no debería sentirse nunca cansada si tiene buena salud. No nos referimos, evidentemente, al cansancio que podemos sentir a la noche después de un día de trabajo duro. Hablamos de cuando tenemos actitudes como “no puedo hacerlo”, “es demasiado difícil”… Una persona con buena salud es capaz de sobrellevar las dificultades de la vida una tras otra con el mismo brío que cuando un perro corre detrás de un conejo.

Si comprendemos la vida como un reto, es necesario aventurarse en lo desconocido y comprender que cuantos más desafíos aceptemos, más fuertes nos hacemos. Esta comprensión de que cuanto mayor es la dificultad, mayor es el placer, nos habla de que nuestra salud es óptima. Las personas que “no están nunca cansadas” tienen una aureola especial, para ellas no es difícil comunicarse con los medios naturales. Su fuerza interior les permite ayudar a los demás sin esfuerzo.

Cuando estamos cansados y perdemos la vitalidad, desaparece así mismo la capacidad de captación de la atención del resto de la sociedad. Perdemos vista, oído, las digestiones son más pesadas, tenemos problemas de excreción, transpiración excesiva, constipados frecuentes…

2. Tener buen apetito para todo

Una falta de apetito es considerada como un problema de salud y por eso muchas madres se preocupan cuando sus hijos “comen mal” o “no comen nada”. Sentir la misma satisfacción por un plato rico y elaborado que comiendo un trozo de pan integral nos sitúa en el disfrute de lo que es comer.

Cuando hablamos de comer no nos referimos sólo al alimento físico, sino de «comerse el mundo»,  de tener buen apetito para la música, para el deporte, para el sexo, para el trabajo cotidiano… Tener buen apetito sería absorber de la vida todo conocimiento posible, saber elegir el alimento físico, emocional o espiritual adecuado en cada momento.

Quien acostumbra a vivir con espontaneidad aprendiendo de la naturaleza y de la vida, de una forma automática siempre genera un estado de buen apetito, acompañado de una buena digestión física y psicológica.

Cuando tenemos un apetito inadecuado nuestra creatividad se resquebraja, porque nos imponemos un ritmo para llegar a una meta marcada de antemano. El cansancio nos bloquea y nos hace perder la intuición.

Respiramos un ambiente contaminado, tomamos comida inadecuada, vivimos en zonas urbanas con altos niveles de contaminación, trabajamos en espacios cerrados… Comenzamos a picar entre horas cualquier cosa, a tomar estimulantes, a envejecer prematuramente y a tener dolores musculares, indigestión, tics nerviosos, conducta insegura e irritable, cambios anímicos…

3. Dormir bien

Dormir bien supone tener capacidad de conciliar el sueño nada más acostarse y tener facilidad para levantarse por la mañana. Además el sueño debe ser reparador y serían suficientes 6 horas.

El sueño no representa solamente la reparación del cansancio, sino la necesidad de reencontrar nuestra imaginación y nuestro espíritu creativo. El espíritu creativo es el camino intuitivo que anida en el interior de la mente del ser humano, que le hace volar hacia el verdadero objetivo, “trascender”. Trascender no es otra cosa que ir más allá de los límites considerados racionales.

Cuando no somos capaces de crear nuestro sueño, comenzamos a dividir el mundo en lo bueno y lo malo. Nuestros sueños pretenden manipular a los demás y de ejercer poder sobre los otros.

En este estado comenzamos a tener achaques crónicos, artrosis, alergias, trastornos del sueño generalizados, insomnio y pesadillas, caídas accidentales…

4. Tener buena memoria

La memoria es el factor más importante en nuestra vida y que podemos considerar básico en nuestra personalidad. No estamos hablando de la memoria mecánica evidentemente, sino de recordar nuestros errores, a las personas que nos han ayudado en el pasado, cual es nuestro origen…

Cuando por la vía de la trascendencia el ser cósmico empieza a recordar quién es realmente, su recuerdo va mucho más allá de su propia vida. Las personas que tienen “buena memoria” sirven para que los otros, al contemplarse en ellos, puedan iniciar cambios en su vida que les permitan reencontrarse consigo mismos.

Cuando tenemos “mala memoria” podemos manifestar unas tendencias autodestructivas y agresivas, y sentir gripes frecuentes, inflamaciones, pequeños accidentes, esquinces, dolor de cabeza, fiebres sin sentido…

 5. Estar siempre alegre y de buen humor

Una persona que goza de buena salud estará alegre en todas las circunstancias y será tanto más feliz cuanto mayores sean los desafíos de la vida. Una persona con buen carácter y que tiene gran cantidad de amigos íntimos, da testimonio de una profunda comprensión del orden universal.

La vitalidad de estas personas se manifiesta en un estado de relajación, que confiere al semblante una imagen de paz y sosiego que rápidamente captan los demás. No tienen impedimentos en cuanto la capacidad de manifestar los sentimientos. Estamos por lo tanto ante un ser limpio.

Cuando aparece la intransigencia se destruye la exteriorización de los sentimientos y se manifiesta la necesidad de gemir, cantar o llorar, En este caso nos podemos encontrar con psicopatías, psicosis graves, paranoias, esquizofrenias…

6. Claridad y rapidez de acción

Nos referimos a tener reflejos, capacidad de actuar, de decidir ante un estímulo con lucidez. Una persona que goza de buena salud debe tener la facultad de pensar, discernir y actuar con rapidez. Esto es la expresión de la libertad.

Cuando nos enfrentemos a la vida dudando, titubeando, indecisos, corremos el peligro de mentirnos a nosotros mismos. Con esa actitud impedimos la unión con los demás para dar a la humanidad la cohesión necesaria para seguir manteniendo el sueño común.

En este estado se pueden manifestar enfermedades degenerativas como cáncer, sida, párkinson, esclerosis, distrofia muscular…

7. Tener sentido de la justicia

La justicia de la que hablamos es otra forma de denominar el orden universal y la podríamos expresar como:

  • no mentir nunca para protegerse a sí mismo
  • ser exacto y correcto
  • amar a todo el mundo
  • buscar las dificultadas, encontrarlas, superarlas, conquistarlas y resolverlas con toda la fuerza de que uno es capaz
  • ser cada vez más feliz daño luz y comprensión en el mundo que nos rodea

Este estado sería la suma de los seis precedentes. Así entendemos que cuando alguien no reúne ninguno de los requisitos para estar sano, su comunicación con el exterior es inexistente.

Al degenerar todos los estados de conciencia del individuo nos encontramos con la muerte y/o el suicidio.

 

 

 

ESC para cerrar

error: Contenido protegido.