La medicalización de la salud femenina III

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La expresión de las hormonas femeninas muchas veces representa un freno en nuestra vitalidad y nuestra capacidad de gozar de la vida. Este hecho es tan frecuente que muchas veces se dice que es normal. Cuando lo normal sería no tener que visitar al ginecólogo.  

Continuación del post: «La medicalización de la salud femenina II»

Debemos saber que las pruebas ginecológicas a las que nos somete a lo largo de nuestra vida no están exentas de riesgo, ni son 100% seguras. La medicina no es una ciencia exacta. Las diferentes etapas de nuestra vida ginecológica no son enfermedades, pero con tanta información dirigida nos han hecho creer lo contrario, de modo que hemos acabado perdiendo el control sobre nuestra biología.

Hay muchos grupos disidentes del modelo oficial, no sólo entre las mujeres sino también dentro de los propios médicos. A continuación reflejamos dos reseñas de dos representantes de la medicina oficial de nuestro país que expresan de manera clara lo que estamos diciendo.

«La mujer no estrena un cuerpo nuevo cada año que haya que revisar. No tiene sentido la exploración ginecológica anual»
Lorenzo Arribas, médico del Grupo de Atención a la Mujer de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.

«Habrá que empezar a cambiar en la mentalidad femenina este concepto, porque es obsoleto»
Alberto López García-Franco, miembro del mismo grupo en la Sociedad Madrileña de Medicina de Familia.

Después de todo lo expuesto, tenemos que insistir en que ser mujer no es una maldición. Tener la menstruación no tiene porqué conllevar aumento de peso, dolor de cabeza y de barriga, llanto fácil, atracones de chocolate… Nuestras hormonas sexuales no producen alteraciones del comportamiento más que cuando están desequilibradas. Ser mujer, es y debe ser algo maravilloso. La capacidad de dar vida es un don de la naturaleza y no un camino de sufrimiento.

Nuestra salud ginecológica no es tan compleja como para que la debamos dejar en manos de “expertos” que decidan por nosotras. Lo mismo que no tenemos «nuestro reumatólogo»,  ni «nuestro neurólogo»,  podemos vivir sin tener «nuestro ginecólogo».

Por eso, es una prioridad conocer cuáles son los mecanismos que permiten la expresión de nuestra vida fértil, sin desequilibrios para poder llevar las riendas de nuestra vida.

Debemos tomar conciencia de nuestra capacidad natural para mantener la salud sin necesidad de la industria farmacéutica y la clase médica. La verdadera prevención no pasa por las revisiones de rutina sino por aprender a cultivar la salud.

Continúa en el post: «La medicalización de la salud femenina IV»

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