Los efectos nocivos del azúcar I

Hoy comenzamos una serie de post en los que profundizamos en los efectos nocivos del azúcar: un polvo blanco que no existe en la naturaleza y cuyo consumo es alarmante.

En las últimas décadas la cantidad de azúcar que tomamos ha aumentado de forma importante. Este consumo no es sólo directo, sino formando parte de postres, refrescos, helados, conservas, etcétera.

En la información sin procesar de la mayoría de los españoles, (esa de he leído en alguna parte… o dicen que…) están frases como «el azúcar es imprescindible» o esa otra que popularizo Francisco Grande Cobián en un anuncio televisivo donde afirmaba que «el cerebro necesita azúcar».

Lo que en realidad necesitamos, y es imprescindible, es la glucosa. El deterioro de la salud en relación al consumo de azúcar es una muestra clara de la confusión existente entre glucosa, azúcar, almidón e hidratos de carbono, que es intencionada con toda seguridad.

Los hidratos de carbono son los principales suministradores de energía en todos los procesos vitales y la glucosa es la moneda energética de la célula: el combustible.

Pero una cosa son los hidratos de carbono complejos que provienen de los cereales integrales, alimentos que contienen los minerales, vitaminas y oligoelementos necesarios para su correcto metabolismo y otra muy diferente el azúcar común, ya proceda de la remolacha o de la caña, que en el proceso de refinado ha sido desprovisto de todos los elementos protectores y sólo nos proporciona calorías vacías.

No obstante, para aquellos que piensan que el azúcar integral es un alimento saludable, diremos que las diferencias entre el azúcar blanco y el azúcar integral son mínimas, las podríamos comparar con las que existen entre un señor desnudo y uno desnudo pero con corbata.

El azúcar es un producto cristalino, blanco, industrial, refinado y aislado químicamente a partir de los vegetales que lo contienen (caña de azúcar, remolacha, etcétera); es un disacárido llamado sacarosa: C12H22O11

Los hidratos de carbono, llamados azúcares por algunos autores, aunque relacionados químicamente con el azúcar no tienen las mismas propiedades. El azúcar es un hidrato de carbono, pero no el único, sino una pequeña parte de todos los que hay repartidos en la naturaleza y a los que se considera como principales suministradores de energía para los procesos vitales orgánicos. Hay hidratos de carbono de absorción lenta o rápida, refinados o integrales, con efecto reductor u oxidante, etcétera.

Repercusiones del azúcar sobre las vitaminas del grupo B

Es un hecho constatado científicamente que muchas enfermedades de la civilización son consecuencia de una carencia de vitaminas, minerales y oligoelementos en la dieta.

El azúcar como producto químicamente puro carece de esas sustancias, pero para que pueda ser utilizado por nuestro organismo necesita de la participación de las vitaminas del grupo B, en particular la B1. Por eso, para su correcto metabolismo, sustrae, es decir roba, estas vitaminas de nuestros depósitos orgánicos que son deficitarios cuando nuestra dieta incluye alimentos refinados como el  pan, el arroz y la pasta.

El problema se agrava aún más en las situaciones donde las necesidades vitamínicas aumentan, como es el caso de un trabajo físico intenso, el embarazo, la lactancia, la convalecencia, etcétera.

De modo que los hábitos alimenticios modernos han dado lugar a una hipovitaminosis crónica que está en la base de muchas enfermedades de la civilización.

Continúa en el post: Los efectos nocivos del azúcar II

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