Dietética clásica y macrobiótica VII: El agua

AguamacrobioticaContinuación del post: “Dietética clásica y macrobiótica VI»

El agua es un nutriente esencial, hoy explicamos diferentes enfoques respecto a las necesidades de agua.

El agua

Es un componente universal en los alimentos, todo lo que comemos contiene agua en mayor o menos proporción. El agua es el origen de la vida, por lo tanto es importante conocer cuánta agua forma parte de los alimentos, cuánta usamos para cocinar y cuánta para beber.

Haciendo una relación macrocosmos-microcosmos vemos que, en el planeta tres cuartas partes están representadas por los océanos y una cuarta parte por tierra firme y en el cuerpo humano, tres cuartas partes son agua y una cuarta parte materia sólida (masa magra y grasa).

La Dietética clásica

Cuando el siglo pasado se empieza a estudiar la composición corporal y se ve al alto contenido en agua del cuerpo humano, pasa lo mismo que con las proteínas, empieza a haber una auténtica obsesión con la hidratación y se empieza a escuchar en cualquier sitio que hay que beber para no deshidratarse, que hay que beber sin tener sed, que es bueno beber mucha agua… En esta visión analítica y fragmentada de las cosas, no se contempla que las necesidades de agua dependen de manera absoluta del tipo de alimentos que comemos y de la cantidad de sal añadida que contienen.

Las dietas que incluyen a diario carne, huevos, embutidos, horneados como bollería y pizzas… requieren más aporte de líquidos añadidos como agua de bebida. Además las recomendaciones oficiales no dicen ni una palabra acerca de la calidad del agua que debemos usar para beber y para cocinar, simplemente que sea potable.

La Macrobiótica

Una dieta cerealista con escasa inclusión de alimento animal, no requiere agua añadida en forma de bebida. A modo de ejemplo diremos que el arroz integral hervido, cuando está suelto y seco, contiene un 70% de agua en su composición, las lentejas hervidas sin caldo, escurridas contienen un 90% de agua y las verduras cocinadas rondan el 98% de agua. Si a esto le sumamos un poco de caldo de miso y un poco de té kukicha y no abusamos de los condimentos salados… no necesitaremos beber ya que nuestro aporte de líquidos lo proveen los alimentos que tomamos. Si además el agua con la que cocinamos los alimentos es de calidad, permitimos un mejor funcionamiento del metabolismo, protegemos al riñón…

Conclusión

En cualquier cuestión relacionada con la nutrición y el agua es una más, tan importante es la deficiencia como el exceso. En más de veinticinco años de experiencia clínica no he visto una sola recomendación razonable en cuanto a la ingesta de agua: en todos los casos se ha de beber, para eliminar toxinas, para adelgazar, para no deshidratarse, aunque no tengas sed… y en todos los casos la dieta debe ser baja en sodio. Os invito a reflexionar sobre el tema.

Nota: el agua filtrada sería el equivalente en cuanto a calidad, a los alimentos biológicos.

Continúa en el post: “Dietética clásica y macrobiótica VIII”

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