Hoy compartimos una breve reflexión que te ayudará a sentirte más feliz cada día.
Un pasaje de la Biblia dice que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo, pero no vamos a entrar en el sentido del escrito de los Corintios. Como somos materia y energía, podemos hacer una metáfora partiendo de esa frase, en la que el yo es el espíritu y el cuerpo es la casa.
Ahora la frase “el cuerpo es el templo del espíritu” en un sentido literal podría ser “el cuerpo es la casita donde vivo yo”. Interpretando la frase al pie de la letra, para vivir feliz, en plenitud, la casita debe estar limpia, ordenada y llena de luz. Pero, si tenemos los pulmones llenos de nicotina, alquitrán y flemas; el hígado empantanado por la cafeína, el alcohol y las grasas y los intestinos llenos de cadáveres en putrefacción, con toda seguridad, ¡Ahí no hay quien viva!
Para que el ser viva feliz, debe poder andar por el cuerpo como si de una casa se tratase y recrearse en la luz que entra por las ventanas, en el orden del mobiliario, en la armonía de la decoración, etc.
Nos debemos querer un poco y limpiar la casita, nuestro ser nos lo agradecerá y será considerado, apacible, servicial… y feliz.