Las intolerancias alimenticias

El número de personas con intolerancias alimenticias aumenta cada día, tanto entre los adultos como los niños. Hoy hablaremos de las causas principales que predisponen a este desorden.

Estamos ante una intolerancia alimenticia cuando una persona al consumir ciertos alimentos presenta efectos adversos sobre su salud, principalmente en forma de malestar digestivo.

Las intolerancias se diferencian de las alergias alimentarias en que sólo afectan al metabolismo, no al sistema inmune.

Uno de los alimentos que más intolerancias produce en los adultos es la leche y los derivados lácteos. Pero, hay una gran confusión cuando se habla de intolerancia a la lactosa en los adultos, ya que cuando dejamos de ser lactantes y desaparecen los dientes de leche, dejamos de producir la lactasa (enzima digestiva) de una forma progresiva, de manera que perdemos la capacidad de digerir la leche de forma natural. Luego lo normal es no tolerar la leche cuando somos adultos.

Por eso, cuando hablamos de intolerancias alimenticias nos referimos a no digerir correctamente alimentos propios de la dieta humana como el trigo, por ejemplo.

Las causas de las intolerancias alimenticias

Si una persona es intolerante a algún alimento o nutriente, es porque tiene poca fuerza digestiva y consecuentemente los alimentos le sientan mal, tiene las digestiones lentas y pesadas, los alimentos se fermentan en el tubo digestivo y le producen gases, etc.

Con frecuencia estas personas te dicen: no me baja la comida, y me ayuda mucho taparme la tripita después de comer con una manta, e incluso meterme en la cama.

Una buena fuerza digestiva es la capacidad de metabolizar los alimentos sin dificultad, algo que sucede cuando gozamos de buena salud.

El comportamiento de los alimentos más allá de los nutrientes

Los alimentos, además de tener nutrientes como lactosa, gluten, fructosa, etc., tienen la cualidad de ser enfriadores o calentadores. Este concepto es nuevo para la mayoría de los occidentales, pero es ampliamente conocido desde la antigüedad en Oriente y forma parte de la Medicina Tradicional China.

Son ejemplos de alimentos enfriadores el azúcar, dulces, bollos, galletas, miel, edulcorantes, té, chocolate, café, zumos, refrescos, helados, alcohol, especias, leche y derivados, así como las frutas.

En la actualidad el consumo de este grupo de alimentos ha aumentado de forma notable, pensemos que la leche y la fruta son dos tipos de alimentos perecederos que hasta la aparición del frigorífico no formaban parte de la dieta humana, ya que su consumo era mucho más limitado. Sin hablar de lo que representa en la actualidad el consumo de dulces, bollos y refrescos azucarados.

Hoy en día se considera saludable consumir fruta y productos lácteos a diario. Pensemos en la alimentación en la infancia en los años 50 sin frigorífico ni batidora eléctrica. Los niños de esa época no consumieron papilla de frutas a diario, ni lácteos blandos a todas horas. Tampoco en las escuelas se llevaban bolsas de “chuches” en los cumpleaños para todos los niños de la clase, y no existían los refrescos de cola, por hacer una reflexión sobre el pasado reciente.

A modo de ejemplo, en la actualidad, uno de cada cinco adultos alemanes es intolerante a la lactosa y uno de cada tres a la fructosa. Es por lo tanto muy sencillo relacionar el aumento de las personas intolerantes a alimentos y la forma moderna de comer.

Los test de intolerancias alimenticias

Como consecuencia del aumento cada día mayor de personas con intolerancias alimenticias han aparecido en el mercado numerosos test de intolerancias que te indican a qué alimentos eres intolerante para que procures evitarlos.

En principio la idea parece interesante ya que, al evitar los alimentos prohibidos, debería mejorar la digestión.

Sin embargo, la experiencia de muchas personas que se han hecho esa prueba es que aún después de evitar los alimentos a los que le ha salido intolerancia, siguen sin tener buenas digestiones. Pero lo más grave es que cuando se repiten el test años después de haber estado evitando los alimentos prohibidos, siguen siendo intolerantes a los que han evitado todo ese tiempo a otros nuevos.

Es fácil entender que cuando solamente prescindimos de aquellos alimentos a los que nos ha salido intolerancia, pero continuamos comiendo alimentos enfriadores, nuestra fuerza digestiva sigue disminuyendo progresivamente, de modo que no solucionamos el problema, más bien lo perpetuamos.

Debemos entender que los alimentos a los que se es intolerante son la consecuencia del problema, la causa es la falta de fuerza digestiva.

Muchas veces la persona mejora sensiblemente y de forma duradera cuando prescinde de los alimentos enfriadores tanto a los que es intolerante, como a los que no lo es.

En casos más complicados es necesario el asesoramiento de un profesional en nutrición energética para hacer los ajustes necesarios para la recuperación del desorden.

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