Continuación del post: “Dietética clásica y Macrobiótica VIII”
¿Qué hay de cierto en el dicho popular de “Desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo”?
Esta afirmación popular habla de la distribución de la cantidad de alimento a lo largo del día, pero hoy se plantean numerosas variantes como veremos a continuación.
Las corrientes modernas
Cenar proteínas
En muchas publicaciones relacionadas con la forma de evitar el sobrepeso se nos explica que es conveniente hacer una dieta disociada donde los nutrientes principales se deben separar a lo largo del día, así se ha puesto de moda el que hay que evitar los hidratos de carbono por la noche y se recomienda cenar alimentos ricos en proteínas.
Este supuesto se defiende porque los hidratos de carbono al tomarlos por la noche, como nos vamos a dormir y no hay gasto energético, se almacenarían más fácilmente en forma de grasa. Sin embargo el gasto energético durante el sueño es igual e incluso mayor en algunos casos, que el que se produce en reposo durante la vigilia.
Por otra parte, como explicamos siempre, cuando se habla de hidratos de carbono no se distingue entre los refinados de absorción rápida y los integrales de absorción lenta. Los azúcares rápidos engordan a cualquier hora del día, por la noche lo que no hay que hacer es arrasar el frigorífico.
Hacer cinco comidas al día
Según esta forma de pensar, la cantidad total de nutrientes que necesitamos a lo largo del día, no debe ser tomada en una sola comida, sino que se debe repartir en cinco tomas a lo largo del día. Sin embargo, en la sociedad observamos que la forma de comer es diferente, en cuanto a la cantidad de alimento en cada comida, en los hábitos de los diferentes países y que también varía de unos individuos a otros.
Al parecer saltarse una o varias comidas puede favorecer el sobrepeso y algunas alteraciones metabólicas como la elevación del colesterol y la mala regulación de los niveles de glucosa en sangre. Esta corriente también insiste en que las dietas de control de peso sean ricas en proteínas y bajas en hidratos de carbono.
La macrobiótica o el sentido común
La dieta no será disociada en ningún caso ya que nuestras células requieren los nutrientes simultáneamente, no utilizan separadamente las proteínas, las vitaminas…
Si la función de los hidratos de carbono es la de aportar energía, nuestro suministro debe ser tal que nos permita trabajar o hacer deporte, sin tener que “repostar” cada dos horas porque nos entra el “gusanillo” o la hipoglucemia.
Para eso los hidratos de carbono deben ser de absorción lenta, o lo que es lo mismo de índice glucémico bajo. Los cereales integrales biológicos son la mejor fuente de estos nutrientes.
Las proteínas no se usan sólo para construir la masa muscular, sino que además son necesarias para la síntesis de hormonas, para la producción de hemoglobina, para restaurar tejidos… y esas funciones nuestro organismo no las hace a partir de las ocho de la tarde.
Por otra parte los cereales, las legumbres y las semillas contienen en su composición hidratos de carbono, proteínas y grasas en proporciones variables y son los alimentos reguladores de la homeostasis. Por ello a pesar de no ser alimentos ricos en proteínas, cuando las personas que quieren bajar peso adoptan una dieta macrobiótica, lo consiguen sin dificultad, mejorando además su salud general.
La necesidad de hacer cinco comidas al día va a estar condicionada por la calidad de los alimentos que ingerimos.
Si en nuestra dieta están presentes los azúcares rápidos en forma de frutas y/o zumos, tendremos las correspondientes bajadas de azúcar que nos obligarán a hacer una dieta fraccionada, es decir a comer cinco o más veces al día. Contrariamente si tomamos hidratos de carbono de absorción lenta no es necesario hacer más de tres comidas diarias.
Todas las recomendaciones generales deberán respetar las diferencias entre los distintos tipos metabólicos, es decir que lo que es bueno para una persona no tiene que ser necesariamente bueno para otra.
Para concluir diremos que sí es correcto comer más cantidad durante la primera mitad del día y tomar menos alimento a partir de las 6 de la tarde. Nuestro metabolismo y consecuentemente nuestro gasto energético sigue un ciclo solar: amanecer, mediodía, atardecer y la noche.
Aunque es cierto que existe un reloj interno donde por ejemplo, la glucosa es más alta por la mañana y la tensión arterial más baja por la noche, esas variaciones no suponen en ningún caso tener que disociar la dieta.
Continúa en el post: «Dietética clásica y Macrobiótica X»