Los investigadores del New England Medical Center de Boston informaron en 1981 que las mujeres vegetarianas y macrobióticas tenían menor probabilidad de padecer cáncer de mama que el resto. Descubrieron que esas mujeres procesaban los estrógenos de manera diferente al resto, eliminándolos de su cuerpo con mayor rapidez.
Hoy es sabido que los altos niveles de estrógenos están asociados al desarrollo del cáncer de mama. El estudio se hizo con dos grupos de mujeres, el de las vegetarianas/macrobióticas y el de las no vegetarianas.
Ambos grupos consumían las mismas calorías, pero las vegetarianas tomaban sólo un tercio de la cantidad de proteínas y grasas que el grupo de control.
La diferencia entre tomar proteínas vegetales y grasas insaturadas en lugar de proteínas animales y grasas saturadas da como resultado una capacidad de eliminación de los estrógenos dos o tres veces mayor.
La diferencia en el metabolismo de los estrógenos puede explicar la menor incidencia de cáncer de mama en mujeres vegetarianas y macrobióticas. De modo que la dieta puede ser considerada un elemento de prevención del cáncer.