Existe la idea generalizada de que hay que ir al médico cuando ya estamos enfermos, lo que de forma involuntaria genera una tendencia a vivir despreocupadamente. De hecho, según la creencia de muchos, la mayoría de las enfermedades no tienen que ver con nuestros hábitos de vida: se considera que son hereditarias, autoinmunes, intrínsecas, endógenas… o contagiosas.
Estamos acostumbrados a escuchar la frase más vale prevenir que curar. Sin embargo, la Medicina Oficial nos diagnostica las enfermedades cuando ya las tenemos. Además, en la práctica no se trabaja en la educación para la salud, ni en la prevención de las enfermedades. No hay más que ver los menús de muchos centros sanitarios y/o escolares, o los comentarios de algunos médicos que, cuando pretendes hacerte un chequeo preventivo, te cuestionan: pero si estás bien, ¿para qué vienes?
La Medicina Oriental, antagónica a la oficial, parte de unos postulados diferentes. Para los médicos en Oriente, intentar curar una enfermedad es como ponernos a cavar un pozo cuando ya tenemos sed. Todos entendemos que lo ideal sería cavar el pozo antes de estar sedientos. De esta manera cultivaríamos la salud a través de unos buenos hábitos de vida, comiendo desde el respeto a las leyes del equilibrio interno. En realidad, es la principal forma de prevenir la aparición de las enfermedades.
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