Hace más de 30 años, el Comité de Médicos para una Medicina Responsable en EE. UU. compuesto por más de 3.000 miembros, propuso cuatro nuevos grupos de alimentos: cereales integrales, legumbres y derivados, verduras frescas y frutas. Esta opción sustituiría a los cuatro grandes grupos básicos de la alimentación moderna que son: la carne, pescado y aves de corral, los productos lácteos, los cereales refinados y las verduras y frutas.
En el estudio, la carne, los productos lácteos y otros alimentos animales se contemplaban sólo como opcionales ya que los doctores afirmaban que su consumo está directamente asociado al aumento de riesgo de cáncer, enfermedades cardiacas, obesidad, diabetes y osteoporosis entre otras enfermedades. A día de hoy, sus recomendaciones no se tienen muy en cuenta, ni en EE. UU. ni en el resto de los países ricos.
La prevención de las llamadas enfermedades de la civilización pasa por cultivar la salud, sabiendo qué es lo que más nos conviene comer, más que por hacerse chequeos de forma periódica.
Empezar a cuidarnos cuando nos han diagnosticado la enfermedad es tanto como ponernos a cavar un pozo cuando ya tenemos sed. La salud es nuestro bien más preciado y nos concierne a nosotros mismos, por lo tanto, debemos dar prioridad a todos los hábitos de vida saludables.