
Comer carne bio, más que una moda
Muchos dicen que los alimentos ecológicos están de moda y que comer bio es ser actual, esnob, moderno… Sin embargo, el aumento de consumo de alimentos biológicos en los últimos años responde a una necesidad de recuperación de la salud.
La información acerca de la diferencia de calidad entre los productos ecológicos y los de cultivo convencional es confusa muchas veces. Esta confusión está creada desde los intereses económicos de las empresas directamente implicadas en la producción de químicos agroalimentarios empleados tanto en la producción, como en la elaboración de alimentos: hablamos de abonos, pesticidas, herbicidas, antibióticos y hormonas.
A continuación, hacemos una descripción exhaustiva sobre los productos químicos añadidos tanto a los alimentos que consumimos, como a los que forman parte de la alimentación del ganado destinado a la producción industrial de carne.
Los productos químicos incluidos en los alimentos
En la actualidad la inmensa mayoría de la población consume alimentos a los que se les añaden productos químicos. El término orgánico, biológico o ecológico se refiere a un alimento obtenido sin añadir ningún producto químico de síntesis.
Hay un aspecto ignorado por muchas personas y es lo que vamos a llamar la quimicalización de la alimentación. Hasta finales del siglo XIX los productos químicos de síntesis no existían en la producción de alimentos ni en su elaboración.
La primera desnaturalización de los alimentos tiene que ver con la aparición de los abonos químicos solubles. Fue Justus von Liebig, un químico alemán quién en 1.840 afirmó que al añadir nitrógeno, fósforo y potasio a los suelos aumentaba el rendimiento de las cosechas, sin tener en cuenta el humus, es decir la parte viva del suelo.
Actualmente se emplean en la producción de alimentos numerosas sustancias de síntesis que clasificaremos en cuatro grandes grupos:
- abonos químicos (nitratos, fosfatos…)
- pesticidas (Aldrín, Dieldrín, Lindano, DDT…) y herbicidas (derivados del arsénico)
- hormonas (anabolizantes, clembuterol…)
- antibióticos (terramicina, penicilina, cloranfenicol)
Los dos primeros se utilizan en la producción agrícola y forman parte de los alimentos que consume la población y de los piensos y forrajes con los que se alimenta a los animales estabulados, y los dos últimos pueden estar presentes en las carnes de producción industrial.
Los Abonos Químicos
Son productos de síntesis que además de aumentar el rendimiento de las tierras de cultivo, van a producir cambios importantes en el equilibrio mineral y vitamínico de los alimentos.
Las verduras comerciales producidas en la actualidad con adición de nitratos tienen una composición absolutamente diferente de las de hace un siglo. Contienen seis veces menos sodio, la mitad de magnesio, tres veces menos cobre y cuatro veces más potasio. Dicho de otra manera, los abonos solubles desequilibran al suelo y consecuentemente a los cultivos desde el punto de vista mineral.
Al aumentar el potasio y disminuir el sodio, las verduras contienen más agua y menos extracto seco, como dirían nuestras madres, más agua y menos sustancia. Luego el aumento en la productividad va de la mano de un descenso en la calidad nutricional de los alimentos. Por eso las carnes de animales alimentados con forrajes a los que se les añaden nitratos sueltan tanta agua al cocinarlos. Este es el primer aspecto visible de la menor calidad de la carne de producción industrial.
Volviendo al tema de los nitratos, si tomamos como ejemplo las espinacas, vemos que las cultivadas de forma orgánica contienen 23 ppm (partes por millón) de nitratos y en las cultivadas con abonos químicos el contenido en nitratos aumenta a 420 ppm.
Los nitratos en nuestro metabolismo se reducen a nitritos y transforman la hemoglobina de la sangre en metahemoglobina, incapaz de asegurar el transporte de oxígeno, lo que conduce a una hipoxia (falta de oxígeno en la sangre). En el mercado podemos encontrar espinacas de cultivo convencional que contienen entre 1.000 y 3.000 ppm de nitratos.
El ejemplo de las espinacas es extrapolable a la alfalfa o cualquier otro tipo de forraje con el que se alimenta al ganado.
En la actualidad hay corrientes de opinión que defienden la utilización de abonos químicos, ya que afirman que, si no se añaden nitratos, las tierras no producirían suficiente cantidad de alimentos para cubrir las necesidades de la población. Se trata de valorar la cantidad frente a la calidad. Con frecuencia vemos cómo los excedentes de la producción agrícola muchas veces se tiran para mantener los precios… lo que nos debe hacer reflexionar sobre las repercusiones del modo de producción actual.
La adición de productos químicos en la producción de alimentos no se limita a los abonos nitrogenados, sino que además se añaden a los cultivos pesticidas para combatir las plagas y herbicidas para controlar las malas hierbas. Por otra parte, en la cría de animales se utilizan en muchos casos hormonas y antibióticos a pesar de que su utilización está prohibida en la Unión Europea.
Los Pesticidas
Mientras la agricultura se ha practicado de forma manual o con ayuda de animales de tiro, las superficies de cultivo eran irregulares y las limitaban los setos, los desniveles del terreno, etc. Esto no permitía grandes superficies ocupadas por una sola especie.
Sin embargo, cuando se mecaniza la agricultura en el siglo pasado, aparecen amplias superficies dedicados al cultivo de una sola especie: los monocultivos. Esta forma de producción de alimentos masiva y por tanto antinatural favorece la aparición de las plagas y como en esa época ya se había desarrollado la industria química, se empiezan a diseñar los primeros pesticidas.
Bajo el nombre de pesticidas se agrupan tres grandes grupos de productos químicos: los insecticidas para combatir las plagas de insectos, los herbicidas para controlar las malas hierbas y los fungicidas para luchar contra los hongos.
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