Colbin, Campbell y Chen Junshi, directores del estudio de salud de China en los años 80, ya dijeron que la mayor parte de las enfermedades humanas son resultado de la exposición a numerosos factores, durante largos periodos de tiempo. Explicaron la relación entre el consumo de alimentos ricos en grasas y las enfermedades cardiovasculares, etc.
Pero el enfoque analítico de la medicina moderna, de aislar un nutriente y buscar un mecanismo específico de causa efecto, debe ser equilibrado por una propuesta de síntesis globalizadora donde se considere el equilibrio de la dieta en su totalidad, en relación con los hábitos de vida y los factores ambientales.
Hoy hay que prestar más atención a la calidad de lo que comemos, es decir, si los alimentos son integrales o no, si son biológicos, si se consumen diariamente, en la estación en la que se producen o todo el año, etc.
Sin duda, además de los estudios científicos y los factores enumerados, habría que incluir también las tradiciones culturales, el desarrollo espiritual, la intuición y la introspección. Tenemos que tener en la mente la gran visión: La Macrobiótica.
Es una disciplina que contempla la alimentación en función del sexo, la edad, la actividad, el estado físico/psicológico de la persona y tiene en cuenta la frecuencia de consumo, la proporción entre los distintos grupos de alimentos y las formas de preparación de los mismos, etc. Sólo esta aproximación global, holística nos puede proporcionar herramientas válidas para utilizar la alimentación como una poderosa medicina.