Hoy en día a todas las madres se les recomienda que den a sus hijos unas gotitas de vitamina D sintética ya desde el nacimiento, argumentando que la leche materna no contiene cantidad suficiente.
¿Desde cuándo una especie evolucionada de mamíferos produce una leche no óptima para sus crías y con la carencia de un nutriente tan esencial? La leche materna es un alimento altamente específico que produce la mujer de forma natural y que contiene todos los nutrientes que necesita el bebé para su pleno desarrollo.
La vitamina D está presente, además de en la leche materna, en el germen de los cereales integrales. De hecho, éstos contienen también el resto de las vitaminas solubles en grasas como las A, E y K. Del mismo modo, se obtiene con la exposición a la luz solar: los rayos ultravioleta favorecen la síntesis de vitamina D en la piel. Precisamente por esta razón existe la costumbre universal de sacar a los bebés a la calle todos los días a pasear, sin importar que el día esté nublado.
Conviene saber que un exceso de vitamina D puede provocar calcificaciones en los tejidos blandos como las arterias o los riñones. En este sentido, la alternativa más razonable pasa por que la madre se alimente de forma correcta saliendo con su bebé a pasear cada día, en vez de suministrarle vitamina D sintética.
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