La soja, mito y realidad I

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La soja, una humilde legumbre, antiquísima, hoy está en boca de todos, unos la defienden y otros advierten de sus peligros. Descubre todo lo que hay que saber acerca de ella.

La información que aparece en los medios de comunicación actualmente nos lleva a pensar que la soja es un superalimento que tiene muchas ventajas sobre el resto de las legumbres.

En muchos herbolarios, tiendas de alimentos ecológicos y algunas consultas naturistas se promociona su consumo desde hace años.

Pero ahora las bondades de la soja se publicitan además en televisión, de la mano de famosos que consumen yogures de soja… Quien está detrás, en este caso, es la industria láctea, que en un intento de reconvertirse nos vende la soja como una auténtica panacea.

Por otra parte, los que quieren saber más, entre ellos muchas pacientes con cáncer de mama y algunos médicos, buscan en la jungla de internet y encuentran informaciones para todos los gustos y muchas de ellas contradictorias.

Hay artículos e informes que advierten de los peligros de la soja en el cáncer de mama por su efecto estrogénico y otros que la consideran altamente saludable, ya que forma parte de la dieta japonesa, una de las más estudiadas como beneficiosas de la salud ya que previene tanto el cáncer como las enfermedades cardiovasculares.

No deja de ser sorprendente que la soja se nos presente como un alimento peligroso cuando la dieta japonesa incluye productos derivados de la soja como alimentos de consumo regular.

Se trata de un tema delicado ya que, en el momento actual, alrededor de 50 por ciento de los alimentos procesados de los supermercados llevan soja en su composición. Muchos van etiquetados como beneficiosos para la salud, porque bajan el colesterol o evitan los sofocos; por eso consideramos necesario explicar qué hay de cierto detrás de este peculiar alimento.

La soja es una legumbre cultivada tradicionalmente en oriente que tiene una riqueza en nutrientes muy superior al resto.

Composición de la soja

  • 34,1 por ciento de proteínas, frente a un 20 por ciento en la carne de buey o a un 16 por ciento en la de cerdo. Contiene todos los aminoácidos esenciales aunque la cisteína y la metionina son escasos.
  • 17,7 por ciento de grasas poliinsaturadas y lecitina, frente a un 24 por ciento en las carnes, siendo las de estas últimas saturadas y ricas en colesterol.
  • 33,5 por ciento de hidratos de carbono de absorción lenta y fibra, por tanto altamente saludables, saciantes, de bajo índice glucémico y favorecedoras del tránsito intestinal.
  • 80 Ul (unidades internacionales) de vitamina A
  • 1,1 mg. de vitamina B1
  • 0,31 mg. de vitamina B2
  • 0,64 mg. de vitamina B6
  • 2,1 mg. de ácido nicotínico
  • Trazas de vitamina C

Contiene además calcio, hierro y otros minerales. Del mismo modo, es rica en isoflavonas, sustancias de acción estrogénica suave.

Si miramos estos datos, vemos que nutricionalmente es muy interesante porque tiene una elevada proporción de proteínas de alto valor biológico, es rica en grasas saludables y contiene, además, minerales y fibra.

Por eso en los años 80 se hablaba de la soja como la carne del futuro o como el grano de oro que erradicaría el hambre en el mundo.

De modo que muchos países sudamericanos fueron víctimas de la sojalización de sus suelos. Más del 50 por ciento de la tierra fértil se dedicó al cultivo de soja transgénica con unas consecuencias devastadoras: el agotamiento de las tierras de cultivo con la consiguiente desertización, unidas al hambre y la pobreza de los agricultores nativos.

Debemos pararnos a pensar en que esa soja que se cultivó masivamente estaba destinada a que la industria de transformación y elaboración de alimentos que es catastrófica para la salud humana pudiese inundar los supermercados, vendiéndonos: galletas, bollos, barritas energéticas, dulces, cereales hinchados, bebidas vegetales y un largo etcétera “enriquecidos” en soja.

Todo ese grupo de alimentos altamente procesados por la industria alimentaria contienen además azúcar refinado y una gran cantidad de aditivos alimentarios, lo que los convierte automáticamente en lo que llamamos comestibles: productos susceptibles de ser comidos, pero que no existen en la naturaleza. Otros los llaman comida basura.

Pero en la popularidad de la soja hay más todavía. En los entornos veganos los comestibles elaborados con soja son tendencia: bebidas, natillas, yogures y falsos quesos, en el grupo de los alimentos dulces. Si vamos a los salados encontramos salchichas, embutidos, hamburguesas y carnes vegetales, sin olvidar la soja texturizada. Muchos no saben que este comestible es un residuo de la producción industrial del aceite de soja que más tarde se texturiza, colorea y saboriza para presentárnosla como si fuese carne picada.

En estos entornos veganos y naturistas se venden estos productos con etiquetas como de procedencia ecológica o no modificado genéticamente, pero no dejan de ser comestibles.

Pero la industria de la soja abarca más todavía: los suplementos como la lecitina de soja, las isoflavonas, etc., ¡todo saludable!

La soja se ha hecho un hueco en el mercado tanto entre los consumidores de alimentos procesados y comida basura, como entre los que se cuidan y comen bio, pero no deja de ser más de lo mismo. La soja no es ninguna panacea.

Cuando profundizamos en el porqué de las cosas y nos acercamos a las leyes que rigen el universo, descubrimos una que dice: todo lo que tiene cara tiene reverso y cuanto mayor es la cara, mayor es el reverso.

Si contemplamos a la soja desde este punto de vista entenderemos que si tiene tanta riqueza nutricional, deberá tener algunos aspectos negativos, y es esta cara oculta de la soja es la que gran parte de las personas desconoce.

Continuará en el post: La soja, mito o realidad II

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