La soja, mito o realidad II

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Hoy desvelamos algunos aspectos de la soja desconocidos por la mayoría que nos ayudan a entender por qué tiene tantos detractores.

Los aspectos negativos de esta legumbre no son los suficientemente importantes como para hacer desaconsejable su consumo, pero nos permiten poner a este alimento en el lugar que le corresponde.

Continuación del post: La soja, mito o realidad I

Efectos negativos de la soja  desde los nutrientes

  • Es altamente indigesta, de modo que las altas temperaturas necesarias para su correcta cocción desnaturalizan algunos aminoácidos. Por eso los orientales, sabiamente, para beneficiarse de ella la han fermentado desde tiempos remotos.
  • Las elevadas temperaturas que requiere para su cocción hacen que se desnaturalicen además las grasas saludables que contiene, llegando a ser tóxicas; de nuevo la sabiduría oriental no recomienda cocinar la soja, en su lugar la fermenta.
  • En cuanto al calcio, igual que ocurre con el que contiene la leche de vaca, no es fácilmente asimilable. Todos los alimentos ricos en proteínas producen un balance metabólico acidificante y en estos casos el calcio se emplea en neutralizar la acidosis, dejando de estar disponible para su utilización por nuestro sistema óseo. A pesar de todo, las purinas de la soja, al ser vegetales, son más fácilmente eliminables por el riñón que las provenientes de la carne, por lo que es más saludable que ésta.
  • Posee una sustancia inhibidora de la tripsina que es una enzima digestiva necesaria para la absorción de las proteínas y la asimilación de la vitamina B12. Esta es la causa de su baja digestibilidad. Aunque ese inhibidor de la tripsina se inactiva por el calor, ya hemos explicado que las temperaturas elevadas no son muy amigas de los nutrientes de la soja, de modo que sus beneficios, si la queremos consumir como una legumbre más serían menores de lo esperado.
  • La situación se complica aún más con las harinas de soja añadidas como relleno a muchos alimentos procesados  o con las bebidas vegetales; lo mismo que la popular soja texturizada de la que son amantes algunos vegetarianos y veganos. Una vez más insistimos en que la tradición oriental ha usado la fermentación como forma de utilización de ese precioso alimento.
  • También es rica en ácido fítico, como muchos alimentos integrales. Este ácido favorece la quelación de muchos minerales y oligoelementos por lo que los nutrientes asimilables serían menos que los que figuran en su composición.
  • Además, los derivados no fermentados tienen carácter antigénico para muchas personas, dicho de otra manera, la soja es altamente alergénica.

Otros efectos negativos atribuidos a la soja

Las restricciones de la visión microscópica de la ciencia actual nos lleva muchas veces a confundir la parte con el todo. De hecho, ser un buen investigador no significa ser un buen nutricionista, en ningún caso.

No se pueden meter en el mismo saco a la soja transgénica como ingrediente abundante de la llamada comida basura, que además va acompañada de azúcar, pesticidas y aditivos, con la que está presente en los derivados fermentados tradicionales que acompañan a una dieta básicamente vegetariana compuesta en su mayor parte por cereales y legumbres de cultivo ecológico.

Por eso, si lees efectos negativos de la soja como los citados a continuación, debes reflexionar acerca de qué  soja están hablando y en qué alimentos enriquecidos está presente.

Presta atención:

  • Alteraciones del sistema nervioso, cuanta más soja se consume, peores son las habilidades mentales.
  • Alteraciones del comportamiento con aumento de ansiedad, estrés, irritabilidad.
  • Debilitamiento del sistema inmune, ya que la genisteína tiene efecto inmunosupresor, por otra parte, en niños se favorece la aparición de enfermedades autoinmunes.
  • Alteraciones hormonales del páncreas y del tiroides con aumento de la TSH, tiroiditis autoinmune y cáncer de tiroides.
  • Los fitoestrógenos de la soja pueden producir alteraciones de las hormonas sexuales, disminución de la fertilidad, aumento de malformaciones en los recién nacidos como criptorquidia e hipospadias.

En los ejemplos citados no se contempla si la soja se toma fermentada o cruda, si es biológica o transgénica, etc., pero lo más grave, porque invalida los resultados, es que no se tienen en cuenta el resto de los ingredientes de la dieta: azúcar, productos lácteos, harinas refinadas, carnes con hormonas, pescados de piscifactoría, tabaco, alcohol, etc.

Hoy hay que prestar más atención a la calidad alimentaria, es decir, si los alimentos son integrales o no, si son biológicos, si se consumen en la estación o todo el año… Pero además de los estudios científicos hay que prestar atención a las tradiciones culturales, el desarrollo espiritual, la intuición y la introspección. Tenemos que partir de una visión holística.

Llegado a este punto, hace 30 años, comienza mi etapa de investigación, en la que, de una forma concienzuda y meticulosa, observo y experimento el poder de la alimentación desde el punto de vista energético en más de 20.000 pacientes. Los casos clínicos han ido desde resfriados comunes, dolores de cabeza o malestar digestivo, hasta todo tipo de enfermedades autoinmunes, problemas de fertilidad o enfermedades crónicas. Los derivados fermentados de la soja forman parte de las dietas terapéuticas en todos los casos.

Continuará en el post: La soja, mito o realidad III

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