Las alergias primaverales

La llegada de la primavera supone un aumento en el ambiente de sustancias capaces de provocar alergias, principalmente polen, polvo, humedad, parásitos de animales, como los ácaros, plumas, pelos, etc.

Estas sustancias producen una reacción inmunitaria de rechazo de forma explosiva que se pone en marcha cada vez que la persona entra en contacto con ese elemento extraño. En general, las reacciones alérgicas afectan fundamentalmente a la piel y al aparato respiratorio, y con menor intensidad al aparato digestivo.

Los síntomas que produce la alergia en el organismo son principalmente: urticaria, picor, rinitis con secreción nasal clara y estornudos, inflamación ocular con enrojecimiento, lagrimeo y escozor, y, a nivel pulmonar, dificultad en la respiración o asma por aumento de la secreción de mucosidad y constricción de las vías aéreas. Estos síntomas pueden desencadenarse solos o combinados, afectando a uno o varios órganos y ser de intensidad y duración variable.

La rinitis alérgica es la más frecuente de las reacciones alérgicas producida por alérgenos inhalables. Afecta a la mucosa nasal y se caracteriza por ataques de rinorrea con intenso escozor de la mucosa, con estornudos y obstrucción nasal. Suele acompañarse de conjuntivitis con intenso lagrimeo, escozor y enrojecimiento de la conjuntiva del ojo.

La conjuntivitis alérgica se caracteriza por picor, irritación, quemazón o sensación de cuerpo extraño (arenilla) y lagrimeo. Aparece principalmente en niños y adultos jóvenes, los cuales al menos en dos terceras partes poseen historia de rinitis alérgica, asma o eccema infantil.

El asma bronquial alérgica suele comenzar en la infancia o la adolescencia y con frecuencia coexisten en un mismo paciente otras manifestaciones como rinitis alérgica o eccema atópico.

La dermatitis o eccema atópico es una enfermedad eccematosa crónica que tiene una incidencia en individuos con predisposición a la rinitis alérgica y/o el asma bronquial.

Pero, ahora que ya conocemos cómo se manifiestan las alergias, nos debemos preguntar el porqué: ¿dónde está el origen de esa reacción exagerada del sistema inmunitario que se comporta de forma exuberante ante sustancias inocuas como el polen de las gramíneas y/o el pelo de los animales domésticos?

Lo que muchos no saben

En la leche y los derivados lácteos existen al menos 25 proteínas altamente antigénicas para las personas, es decir que actúan como sustancias extrañas, excitando al sistema inmunitario para que reaccione produciendo grandes cantidades de anticuerpos.

Al sobrecargar al sistema inmune, lo «agotan», haciéndolo más vulnerable a las alergias y a las infecciones. Una de las más conocidas, la caseína, representa el 84 % de las proteínas lácteas, por lo que está implicada en cualquier tipo de alergias.

La gravedad de la situación proviene de que la leche y los derivados lácteos son, con diferencia, los alimentos más consumidos en el hogar a lo largo de toda la vida.

Mi experiencia clínica de más de 35 años me permite afirmar que el alérgeno en cada tipo específico de alergia es solo «la gota que derrama el vaso», es decir, es quien provoca el desencadenamiento de la reacción alérgica, pero el causante de la hiper reactividad del sistema inmune, es el alto contenido de antígenos de la leche y los derivados lácteos.

La persona con alergia primaveral paradójicamente puede tener buena tolerancia a la leche y derivados, es decir pueden no sentarle especialmente mal y eso puede llevar a confundir la consecuencia (los ácaros, el polen, los pelos…) con la causa (la caseína).

Los factores externos que determinan las manifestaciones alérgicas son el polen, los ácaros y el resto de los alérgenos comunes.

Entre los agentes causales internos desencadenantes de las alergias están la leche y los derivados, a los que añadiremos todos los productos químicos de la industria alimentaria, los contaminantes ambientales, el plomo de las gasolinas, los medicamentos, las vacunas, etc., es decir, todas las sustancias químicas artificiales, creadas por la industria, que no existen en la naturaleza.

La importancia de la vida intrauterina

La sensibilización a las proteínas de la leche de vaca, muchas veces se hace a través de la placenta durante la gestación, es decir que ya en la vida intrauterina el feto sufre la sensibilización y cuando nace es un bebé atópico. Hay muchas madres que me dicen: yo durante el embarazo del primer hijo me sentaba en un queso y comía de otro. Son las que dan a luz un niño que desde el nacimiento tiene bronquiolitis, faringitis, laringitis, rinitis, conjuntivitis, dermatitis, gastroenteritis, etc.

Cuando en la consulta un adulto con alergias me dice que no ha tomado leche nunca porque no le sienta bien, yo le explico que ya la tomó su madre en abundancia durante el embarazo, que es un periodo que determina cualquier aspecto de la existencia humana.

Una cuestión que en muchos casos no se contempla es que los antígenos actúan por presencia, no necesariamente por dosis. Una persona puede no consumir leche, pero toma galletas, bechamel, fiambres y otros alimentos elaborados a los que se añaden proteínas de leche, o tomar sólo el chorrito de leche del café cortado… En todos los casos hay que prestar atención a la presencia de proteínas lácteas, sobre todo en los alimentos procesados.

Además, hay que tener en cuenta el factor de la predisposición o la susceptibilidad individual; es decir la tendencia a ser alérgico. Nos referimos a la genética o los antecedentes familiares… pero, si hablamos en términos de alimentación, nuestro genoma estaría condicionado por lo que han comido las siete últimas generaciones de antepasados.

Continúa en el post: Las causas de las alergias

ESC para cerrar

error: Contenido protegido.