Los alimentos biológicos: garantía de salud V

comida bio

Hoy cierro la serie de los alimentos bio profundizando en una cuestión largamente debatida: ¿los alimentos bio son más caros que los convencionales? Sigue leyendo, te vas a quedar gratamente sorprendido.

Continuación del post: Los alimentos biológicos: garantía de salud IV

¿Lo ecológico es más caro?

Aunque la alimentación ha sido la principal preocupación a lo largo de la historia, resulta curioso saber que en la actualidad, el presupuesto dedicado a la cesta de la compra ha pasado en los últimos años de un 50 a un 14 por ciento solamente. Se trata de comprar alimentos contaminados por priones, salmonellas, nitratos, dioxinas, etc., o que hayan sido manipulados genéticamente, pero eso sí, baratos. Esto ocurre porque se da prioridad a otros gastos antes que a la comida.

Para comprender que lo ecológico no es más caro, no debemos comparar sólo los alimentos, sino además, el tipo de alimentación.

El precio no lo es todo

Si un producto biológico es un 25 por ciento más caro que uno de producción intensiva equivalente es porque contiene un extra de nutrientes como hemos visto en las tablas precedentes. La ganancia bioquímica tanto en proteínas como en vitaminas y minerales es considerable. Luego lo biológico no es más caro, simplemente, cuesta lo que vale.

A la hora de cuantificar el precio debemos, por tanto, valorar el aporte de nutrientes por unidad de peso. Por ejemplo, para alcanzar la dosis diaria recomendada de vitamina C a través de la ingesta de zumo de cítricos recién exprimidos, habría que aumentar la cantidad de zumo convencional en 1,5, lo que implica un precio mínimo de compra 1,5 veces superior.

Por otra parte, si consumimos alimentos pobres nutricionalmente, debemos complementar nuestra alimentación con la toma de suplementos (vitaminas y minerales), lo que supone un gasto considerable que deberemos añadir a nuestra cesta de la compra para tener un cálculo real.

Para que nos hagamos idea de la magnitud del consumo de este tipo de productos aportamos algunos datos:

Los estadounidenses gastaron en 2011 nada menos que 23.000 millones de dólares en suplementos, lo que equivale a lo que invierte el gobierno español en Seguridad Ciudadana, Defensa, Política Exterior e I+D civil según los presupuestos de este año.

En nuestro país se comercializan más de 280 complementos alimenticios y el mercado de prescripción de éstos aumenta cada año, siendo en 2014 de 608,3 millones de euros.

Del mismo modo, deberíamos tener en cuenta también los elevados costes ambientales, médicos y sociales inducidos por las producciones intensivas y que pagamos vía impuestos.

Durante 2016, el volumen de ventas de medicamentos del aparato respiratorio comercializados en oficinas de farmacia fue de aproximadamente 1.047 millones de euros y los del aparato digestivo de 1.652 millones de euros. No obstante, fueron los medicamentos del sistema nervioso los que más facturaron en aquel año, con aproximadamente 2.228 millones de euros.

Teniendo en cuenta que los alimentos actúan no sólo en el plano físico, sino también en el emocional, el ahorro en el gasto sanitario sería de gran magnitud simplemente cambiando la forma de comer.

El tema del absentismo laboral es de tal magnitud que algunas empresas ya contratan entrenadores nutricionales para que sus trabajadores rindan más en el trabajo.

Como los alimentos bio son más ricos en nutrientes y tienen sabores más intensos, estimulan ciertos receptores de la cavidad oral que envían señales de saciedad al sistema nervioso. Su riqueza en fibra aumenta la sensación de saciedad antes descrita por lo que necesitamos comer menos cantidad. De modo que comiendo alimentos bio nuestro gasto disminuye al cubrir nuestras necesidades con raciones menores.

Condiciones para comer bio sin gastar más

  • No comer platos preparados
  • Es obligado constatar que sólo en el 35 por ciento de los hogares preparar la comida es una prioridad. Hoy no tenemos tiempo para cocinar y compramos productos transformados y platos congelados para luego calentar en el microondas.
  • Tomar sólo las proteínas necesarias
  • Comer sano, es decir equilibrado, significa sobre todo reequilibrar el consumo de proteínas y la clave está en sustituir las de origen animal por las vegetales. La alternancia entre proteínas animales y vegetales permite consumir menos carne
  • No emplear condimentos de lujo
  • La preparación de las comidas debe ser sencilla, sin necesidad de tantos condimentos ya que los propios alimentos bio tienen más sabor
  • Comer alimentos de temporada
  • Consumir productos en su estación también es más barato y razonable
  • Comprar envases económicos
  • Ese pequeño gesto también puede hacer que nos ahorremos un dinero
  • Evitar las delicatesen bio
  • Son alimentos de capricho que encarecen la cesta de la compra
  • Evitar los postres
  • Son alimentos que hacen pesada nuestra comida. De todos es sabido que lo que estropea una buena comida es el postre
  • Dar prioridad a los alimentos vegetales

Un menú convencional con alimentos animales es más caro que un menú vegetariano bio, como vamos a comprobar en la tabla siguiente.

tabla copia

Tabla 4. Comparativa proteínas animales p. intensiva, proteínas vegetales p. ecológica

La tabla permite calcular a ración proteica igual, la comparación entre 100 gramos de cereal y 50 de legumbre frente a 100 gramos de carne.

Para un precio medio de 2,80 €/kilo para los cereales y de 4 €/kilo para las legumbres y 16 €/kilo para la carne no bio, la ración de 20 gramos de proteínas sale a 0,48 € frente a 1,60 para la carne.

Conclusión

La elección de los alimentos representa el primer paso para vivir en salud y apostar por lo bio es una cuestión decisiva.

Pero, no es suficiente con cambiar el vino común por el ecológico, la charcutería por el  jamón bio… Comiendo bio estamos dando un paso importante en cuanto a mayor riqueza en nutrientes, polifenoles y otras sustancias bioactivas, pero no estamos teniendo en cuenta los otros aspectos que configurarían a los alimentos como poderosas medicinas.

Si queremos  contemplar la dieta como una herramienta capaz de curar las enfermedades, debemos valorar otros aspectos además de que los alimentos sean ecológicos, como son: la elección del alimento, la proporción en la que se toma, la frecuencia de consumo y la forma en que se cocina.

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