Las dietas más naturales III

macrobiotica

Las dietas tradicionales de Oriente destacan por la ausencia total de productos lácteos. Sólo toman carne de animales de dos patas como las aves y evitan la carne de cuadrúpedos como conejos, cerdos, corderos y vacas. Detrás de esa elección hay una comprensión muy profunda de las leyes de la evolución.

Continuación del post: “Las dietas más naturales II”

La dieta Japonesa

Es el otro gran modelo planetario de alimentación sana junto a la dieta mediterránea. Se caracteriza por la presencia de abundantes cereales y legumbres, pescado, frutas, hortalizas y té. También son característicos los productos fermentados a partir de la soja.
Destaca mucho la cocina que es muy respetuosa con los alimentos; sopas, pescados crudos, cocciones al vapor… La utilización de los palillos para comer favorece la ingesta moderada y la masticación.

Los japoneses toman un 25% menos de calorías que los estadounidenses y los europeos y son el pueblo más longevo del mundo. La clave no es sólo vivir muchos años, sino conseguirlo sin padecer sobrepeso, diabetes, osteoporosis y otras enfermedades de la civilización. El pescado que es básico en su alimentación, es rico en ω3 y favorece la salud cardiovascular.

Los principios de esta dieta se pueden adaptar a nuestro país cuidando siempre la calidad de los alimentos que ponemos en nuestra mesa. Podemos tomar sardinas en lugar de atún rojo, etc.

La dieta macrobiótica

La desarrolló Georges Ohsawa a partir de la tradición japonesa. La principal diferencia con todas las demás, es que se adapta a cada tipo metabólico, es decir se individualiza para cada persona en función de su sexo, edad, condición, estado de salud, tipo de actividad, etc. Se basa en el conocimiento energético tanto de las personas, como de los alimentos. Contempla el gran poder de transformación de la cocina a través del uso del agua, el fuego y la sal. Son alimentos básicos los cereales, las legumbres y el pescado junto a las verduras y frutas. Se incluyen las algas marinas por ser una fuente excelente de minerales altamente asimilables y también alimentos fermentados procedentes de la soja, por sus cualidades a la hora de regular la acidosis y la oxidación además de por su efecto probiótico.

El seguimiento de esta forma de comer supervisada por un experto va más allá que la de bajar de peso o tener menos colesterol como se consigue con las otras opciones. Permite regular problemas hormonales, desequilibrios del comportamiento, alteraciones del metabolismo e inmunitarias, actúa de forma poderosa en los diferentes tipos de cáncer, etc.

La inclusión de algunos alimentos poco conocidos (miso, tamari, algas), hace que muchas personas tengan reparos a la hora de acercarse a la macrobiótica, pero esos alimentos sólo se incluyen en caso necesario cuando hay problemas de salud.

Se critica mucho el que se consumen alimentos de procedencia lejana, quizás desde una visión estrecha. A nivel histórico pensemos que hasta que Colón no trajo de América las patatas, los tomates, los pimientos… en Europa no existían. Esas mismas personas que hacen esa observación no se cuestionan que ni el café imprescindible de las mañanas, ni el cacao del desayuno de nuestros hijos son de procedencia local.

Para terminar

Coincido Con Anne Marie Colbin en que de todas las dietas analizadas la macrobiótica es la única que contempla los aspectos adaptativos a cada persona y varía según la condición que tenemos en cada momento de nuestra vida, con más alimento a animal o con menos, con más fruta o con menos, con más cocción o con menos. Sólo que para poder llevarla a la práctica debemos profundizar en la comprensión energética de todas las cosas, incluidos los alimentos: El yin y el yang

Para saber más ver el post. «¿Qué es eso del yin y el yang»

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