Alimentos ecológicos, ¿moda o necesidad?

Muchos dicen que los alimentos ecológicos están de moda y que comer bio es ser actual, esnob, moderno… Sin embargo el aumento de consumo de alimentos biológicos en los últimos años responde a una necesidad de recuperación de la salud. Descubre las diferencias entre los alimentos cultivados con química y los de producción ecológica.

La información acerca de la diferencia de calidad entre los productos ecológicos y los de cultivo convencional es confusa muchas veces, y esta confusión está creada desde los intereses económicos de las empresas directamente implicadas en la producción de químicos agroalimentarios empleados tanto en la producción como en la elaboración de alimentos: hablamos de  abonos, pesticidas, herbicidas, antibióticos y hormonas.

La diferencia en la composición química de un alimento según el modo de cultivo la podemos ver en los ejemplos siguientes:

Modaonecesidad

 Valor nutricional de los alimentos ecológicos meq/100 gr

Es evidente que las diferencias son notables, hay numerosos estudios que muestran  que los alimentos ecológicos son más saludables, citamos algunos muy antiguos para dejar constancia de que  ya hace mucho tiempo que se distingue a nivel mundial entre los alimentos producidos convencionalmente y los orgánicos.

Un estudio de  Nueva Zelanda  en 1940 que demostró que después de dos años de alimentación ecológica en el comedor escolar, mejoró la salud dental, aumentó la resistencia a las fracturas óseas y disminuyó la incidencia de los resfriados entre los escolares.

En 1999 la Sociedad Española de Neurología afirmó que los pesticidas de uso habitual tienen efectos semejantes a las armas químicas y contribuyen al creciente incremento de las enfermedades degenerativas del sistema nervioso.

La organización The Nutritional Cáncer Therapy Trust en 2001 dijo que la terapia nutricional del cáncer sólo es posible con alimentos ecológicos, ya que uno de sus objetivos es evitar contaminantes y toxinas.

Consumir alimentos ecológicos tiene unas repercusiones muy importantes no sólo a nivel personal en lo que se  refiere a la salud individual, sino además a nivel social y ecológico en lo que respecta a la salud del planeta.

Los productos químicos incluidos en los alimentos

Los pesticidas modernos utilizados para combatir las plagas, actúan destruyendo enzimas indispensables para la respiración celular a nivel de las mitocondrias, dicho de forma sencilla: alteran los mecanismos de funcionamiento de las células y crean el terreno para el desarrollo de las enfermedades degenerativas.

Además pasan de un ser vivo a otro según la cadena alimentaria y permanecen en  las tierras de cultivo más de 15 años. Si contemplamos el ejemplo de la alfalfa tratada con pesticidas, la toxicidad de éstos persiste desde que se la damos de comer a unas gallinas, pasando a los huevos que ponen y más tarde a la tortilla que cenamos. Si la tortilla la toma una madre que amamanta, los tóxicos pasarán a la leche materna y posteriormente al bebé.

Los alimentos animales son más perjudiciales

Según el efecto de concentración  que se produce en la pirámide alimentaria más del 90% de todos los residuos químicos tóxicos que se encuentran en los alimentos están presentes en los de origen animal. Recordemos que si los 16 kilos de granos que come una vaca, se convierten tan sólo en un kilo de carne, los productos químicos que contiene el pienso con el que se alimenta se concentran proporcionalmente.

Se impone la reflexión de si comer carne, huevos y productos lácteos procedentes de la ganadería convencional, a la luz de esta información, puede llegar a ser tóxico.

Una dieta ecológica debería estar compuesta por alimentos de cultivo orgánico y con predominancia de los vegetales en todas sus formas: cereales, legumbres, verduras y frutas. Los alimentos de calidad animal, serían siempre una opción secundaria.

La destrucción de la capa de ozono

Si contemplamos la contribución que la producción industrial de carne para consumo humano tiene en la elevación de la tasa de CO2 atmosférico, nos sorprende que es una industria más contaminante que la mayoría.

El uso de combustibles fósiles, desde la tala indiscriminada de árboles para producir grandes extensiones de monocultivos con una agricultura mecanizada,  a la producción de granjas, transporte, procesamiento y conservación de la carne… no tiene precedentes.

La forma de comer convencional donde el alimento animal es de consumo diario y en una proporción que muchas veces es más del 50 por ciento del volumen total ingerido es absolutamente antiecológica.

La cantidad de CO2 que se vierte a la atmósfera en la actualidad es impresionante y este hecho produce un aumento de la temperatura global del planeta con unas sequías prolongadas y las consiguientes inundaciones que observamos cada vez con más frecuencia.

El casquete polar ártico se ha reducido en más de un 30 por ciento a causa del efecto invernadero. A todo este desastre contribuye de forma principal una deforestación de casi media hectárea por segundo para hacer monocultivos de soja y otras forrajeras destinadas a la alimentación del ganado.

Nuestra salud y la del planeta

Es el momento de reflexionar acerca de lo que comemos, tanto para preservar la salud  personal, como la ambiental. La comida ecológica no es ninguna moda.

Un paso más

Si queremos  contemplar la dieta como una herramienta capaz de curar las enfermedades, debemos valorar otros aspectos además de si los alimentos son ecológicos, como son: la elección del alimento, la proporción en la que se toma y la frecuencia de consumo.

No es suficiente con cambiar el vino común  por el ecológico, la charcutería por el  jamón bio… Con eso estamos dando un paso importante en cuanto a mayor riqueza en nutrientes y de polifenoles y otras sustancias bioactivas y menor contenido en pesticidas, pero no estamos teniendo en cuenta los otros aspectos que configurarían a los alimentos como poderosas medicinas.

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