La idoneidad de la leche materna

En la evolución de la vida ya algunos insectos como las abejas producen un alimento  altamente específico: la miel. Está diseñada para asegurar la supervivencia de las larvas durante el desarrollo de las futuras abejas.

Posteriormente, dentro del reino animal solo los mamíferos han desarrollado un alimento con una alta especificidad biológica para alimentar sus crías: la leche.

La leche materna es un alimento que nos brinda la naturaleza para ser mamado; es completa, está disponible en todo momento, exenta de contaminación bacteriana y va cambiando su composición según va madurando el bebé. La composición cualitativa y cuantitativa de la leche de cada animal es diferente y está adaptada a la especie para la que se ha diseñado como una llave a una cerradura.  A modo de ejemplo diremos que el porcentaje de proteínas que tienen las diferentes leches animales es directamente proporcional a la velocidad de desarrollo de las crías de cada especie.

Es tan importante que cada animal tome la leche que la naturaleza ha diseñado para él que en el caso de la  especie humana, tanto en las culturas indígenas como en las tradiciones de las antiguas civilizaciones, nunca se ha dado leche de otro animal a los niños. Aunque hubiese animales en proximidad siempre se optaba por una nodriza que amamantase a su propio hijo y al de la madre “seca”.

La leche materna es tan importante en la vida humana que hasta nuestra galaxia se llama La Vía Láctea que significa Camino de Leche. Según la mitología griega, la apariencia de la banda blanca que rodea al firmamento es la leche derramada por la Diosa Hera, tras negarse a amamantar a Hércules que entonces sería inmortal…  ¡para que Hércules fuese inmortal debía de mamar!

El bebé cuando nace no ha desarrollado todavía su sistema inmune y es la leche materna la que le provee de anticuerpos y permite crear una flora intestinal saludable y acorde con la especie humana. La mejor forma de fortalecer la inmunidad infantil es amamantar, la leche materna sería “la mejor vacuna”.

La leche materna, alimenta además al espíritu, es decir favorece bebés con una estabilidad emocional muy importante y un mejor desarrollo psicomotor. Los niños amamantados por su madre desarrollan mayor cociente intelectual…

El biberón

La leche de vaca que también es un alimento para ser mamado, cuando se les da a los niños en forma de biberón o de bebida es un excelente caldo de cultivo para bacterias patógenas como las que producen la tuberculosis, la salmonelosis, la fiebre tifoidea…

La velocidad de crecimiento de las bacterias en la leche es directamente proporcional a la temperatura, por eso aunque le demos al niño leche esterilizada, al cabo de unas horas de haberla tomado, mientras permanece en su aparato digestivo, la concentración de bacterias  va aumentando exponencialmente. Teniendo en cuenta que la temperatura basal es de 37ºC y que transcurren unas cuantas horas antes de la defecación y consiguiente eliminación de residuos, podemos entender porque los niños que toman biberón tengan mucha mayor frecuencia de infecciones que los niños amamantados.

La pérdida de identidad

Con el desarrollo de la tecnología y la industrialización en la producción y en la elaboración de los alimentos hemos llegado a la situación actual. Se ha conseguido una producción tan grande de leche de vaca que hoy en día es el alimento más consumido en el hogar incluso durante la etapa adulta. Si nuestros hijos ya no maman estamos infringiendo una de las leyes universales más importantes: La  de la identidad como seres humanos.

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