Los efectos negativos del consumo diario de leche y derivados son muchos y variados y van desde alteraciones hormonales, inmunitarias, enfermedades inflamatorias intestinales, alergias, problemas cardiovasculares, alteraciones osteoarticulares, anemia, descalcificación, cáncer y un largo etcétera. Todas ellas son consecuencia directa del exceso de nutrientes que contiene.
Continuación del post: La leche de vaca, ¿alimento para seres humanos? III
Los efectos nocivos de la leche y derivados
Es imprescindible pensar en los pros y contras del consumo de leche a corto y largo plazo, valorar la tolerancia individual y poder elegir consumirla o no desde la libertad que nos da el conocimiento.
Como decíamos en apartado II del artículo, uno de los errores, de consecuencias nefastas en la salud humana, ha sido la introducción de la leche y los derivados lácteos en la alimentación humana.
En el libro “La conexión animal”, los doctores Agatha y Calvin Thrast afirman:
“Considerando que es un alimento de consumo diario, es extraño que se haya hecho tan poca investigación hasta la fecha. No obstante, incluso con la escasa cantidad de investigación que se ha llevado a cabo, se han identificado muchos problemas asociados a su consumo. La leche está implicada en la formación de cálculos renales, puede causar malabsorción intestinal, diarrea, e incluso malnutrición de niños mayores, especialmente dando lugar a una anemia por deficiencia de hierro. Hay pruebas suficientes de que los lácteos están asociados con el desarrollo del cáncer, problemas de la piel, anormalidades tanto óseas como musculares, obstrucción pulmonar, problemas inmunológicos y alteraciones en el funcionamiento del hígado”.
Del mismo modo el doctor Frank Oski, autor de “No bebas su leche” afirma que la leche de vaca debe ser considerada como peligrosa para la salud.
Las alteraciones más importantes que produce el consumo de leche y derivados son:
- digestivas
- cardiovasculares
- inmunitarias
- metabólicas
- osteoarticulares
Alteraciones digestivas
a) Incorrecta degradación de la lactosa
La lactosa es el carbohidrato más abundante tanto en la leche materna como en la de vaca y durante la infancia producimos las enzimas necesarias para su correcta metabolización. Aunque existen algunas diferencias entre los asiáticos y los caucásicos en cuanto a la deficiencia de lactasa, en todos los casos, a partir de la pubertad la producción de esta enzima disminuye sensiblemente.
Cuando la lactosa no se digiere correctamente se convierte en ácido láctico, tiraminas y nitrosaminas, todas ellas irritantes que, sin ser alergénicas por sí mismas, potencian la alergenicidad de las proteínas de la leche.
Es importante reseñar que no tenemos problema con la lactosa de la leche materna ya que sólo mamamos durante las primeras etapas de la vida. Los problemas sobrevienen con la leche de vaca que consumimos cuando ya no somos lactantes y, consecuentemente, no tenemos lactasa para poderla digerir.
Vamos a ver que la llamada intolerancia a la lactosa no es más que la punta del iceberg de los problemas que acarrea el consumo de leche.
b) Acidosis transitoria por exceso de proteínas
En condiciones de salud la sangre es ligeramente alcalina, dicho de otro modo el pH oscila entre 7,35 y 7,45.
Los alimentos ricos en proteínas generan en su metabolismo residuos ácidos y, como consecuencia, el calcio depositado en los huesos se libera pasando al torrente sanguíneo. Esta reacción química se produce de forma automática para neutralizar la acidosis dando lugar a la consiguiente descalcificación.
El National Dairy Council, hizo un estudio en mujeres menopáusicas suplementando su dieta con tres vasos de leche al día durante un año, y no se observó ningún aumento en la masa ósea a pesar de haber añadido 1.550 miligramos de calcio extra al día, casi dos veces la RDA (ingesta dietética recomendada). Los investigadores concluyeron que, conjuntamente, la leche ingerida había aportado un 30 por ciento extra de proteínas, además del calcio.
De modo que, en el metabolismo humano, gran parte del calcio de la leche se emplea en neutralizar la acidosis resultante del exceso de proteínas que contiene. Este hecho explica por sí sólo cómo, en nuestro país sin ir más lejos, siendo la leche el alimento más consumido en el hogar la osteoporosis tiene carácter epidémico.
Pero si vamos más allá, tanto en los ámbitos de la salud como entre la población en general, es conocido que un elevado consumo de proteínas está ligado a mayor riesgo de cáncer, particularmente de colon. No está demás reflexionar acerca de que los tumores están formados por proteínas y grasas y son las enfermedades de exceso prevalentes en los países ricos. Justamente lo contrario a las enfermedades de deficiencia como la malaria, tuberculosis, etc., todas ellas carenciales ligadas a la pobreza y la falta de higiene, que asolan a los países pobres.
Pero hay otro aspecto no menos importante y es la implicación del exceso de proteínas en las enfermedades cardiovasculares.
Alteraciones cardiovasculares
En España, como en la mayoría de los países desarrollados, las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte. Se llama arteriosclerosis a la formación de placas densas e irregulares a lo largo del recubrimiento interno de los vasos sanguíneos. Estos depósitos, reducen el calibre y por tanto restringen el flujo de sangre. Si se desprenden pueden llegar a obstruir las arterias e impedir completamente el paso de la sangre.
Hasta los años 50 se pensaba que el endurecimiento de las arterias era una consecuencia del envejecimiento. Sin embargo, en las autopsias realizadas durante la guerra de Corea a los soldados americanos se observó que más del 80 por ciento padecían arteriosclerosis, frente a los soldados asiáticos en los que no aparecía la afección.
Es la época donde se popularizó en nuestro país el consumo de leche a través de las películas americanas en la tele, donde la jarra de leche presidía la mesa en las comidas, como si de agua se tratase. Los hábitos alimenticios de los asiáticos en esa época no incluían la leche de vaca. Este dato, una vez más nos debe invitar a reflexionar acerca de las consecuencias su consumo.
Más tarde se contempló su grasa como principal responsable de los problemas cardiovasculares y eso llevó a desnatar la leche como decimos en un apartado anterior, pero la grasa no es el único causante de las enfermedades cardiovasculares.
Existen estudios desde 1.999 que demuestran que las proteínas lácteas están directamente implicadas en la arteriosclerosis. Los efectos aterogénicos de los productos lácteos son tanto bioquímicos como inmunológicos, por eso los debemos considerar como los principales factores de riesgo en las enfermedades cardiovasculares.
El inicio de las lesiones arteriales está causado por proteínas y se puede medir viendo el nivel de homocisteína en sangre. La homocisteína es un metabolito de la metionina, un aminoácido presente en la caseína de la leche. Si vemos que la leche de vaca es ocho veces más rica en metionina que la de mujer y que se consume a diario durante la edad adulta, volvemos a entender que la leche de vaca no es saludable para los humanos.
La epidemiología confirma que en los países donde el consumo de leche y derivados es mayor, las enfermedades cardiovasculares tienen más incidencia y se observa lo mismo cuando se comparan los niños alimentados con leche materna o con leche de fórmula. Es algo demostrado que las lesiones arteriales aparecen ya en la infancia cuando se consume leche diariamente.
El problema se sigue agravando si añadimos azúcar a los productos lácteos. Cuando el exceso de azúcar circulante se combina con las proteínas, se forman unos complejos glicados que son una especie de caramelización a baja temperatura (equivalente a la reacción de Maillard entre el azúcar y las proteínas en la cocción). Las proteínas pierden su función fisiológica y dañan la túnica interna de los vasos sanguíneos, siendo el punto de partida de todos los fenómenos inflamatorios, metabólicos e inmunológicos. Pensemos en los postres lácteos de los comedores escolares y los hospitales…
Continuará en el post: La leche de vaca, ¿alimento para seres humanos? V