La Ley de Hering I

La curación es un proceso en el que tu organismo va a eliminar toxinas, a reaccionar y a ponerse en marcha para recuperar su capacidad funcional. Como consecuencia de esos ajustes, durante todo el proceso curativo se pueden producir episodios de regulación en forma de malestar o dolor que no te deben asustar: son lo que llamamos reacciones de ajuste.

La salud es un equilibrio dinámico y cuando se altera, la enfermedad se instaura de una forma progresiva. La recuperación de la salud igualmente es un proceso, no existe el remedio mágico por el que uno se cure de la noche a la mañana. Por eso definimos la curación como un camino en el que finalmente se alcanza un estado de salud plena, de equilibrio. Estar en salud es mucho más que la desaparición de los síntomas o la normalización de unas pruebas de laboratorio.

En la aproximación a la enfermedad desde la Medicina Oficial se emplean los medicamentos con diferentes acciones: antagónicos, de sustitución, de aporte, de supresión, de compensación, de tipo placebo, etc. La finalidad es neutralizar el dolor, calmar las convulsiones, aportar hormonas cunando hay deficiencia… es decir: dar una solución momentánea que no resuelve el problema de raíz.

Por eso, muchos pacientes piensan que la curación es instantánea y confunden la desaparición de los síntomas con la recuperación de la salud.

Curar una enfermedad requiere que el organismo haga un cambio hacia la organización del desorden que la creó. En ese proceso, a veces, surgen síntomas molestos que el paciente confunde con empeoramientos o agravamientos de su enfermedad. Por eso queremos ayudar a comprender la transformación personal que supone la recuperación de la salud.

Para profundizar en este abordaje, debemos considerar el organismo humano como un sistema de flujo controlado cibernéticamente. De modo que cuando estamos en salud, observamos un delicado equilibrio entre las entradas en forma de alimentos, bebidas y aire, y las salidas a través de la eliminación intestinal, renal y pulmonar.  Del mismo modo que para mantener el hogar limpio, cada día después de haber metido la compra, por la noche llevamos la basura al contenedor.

Para gozar de buena salud es esencial, además de tener unos hábitos de vida saludables, que funcionen adecuadamente las tres vías principales de eliminación: intestinos, riñones y pulmones.

Cuando ingresan en nuestro organismo sustancias tóxicas (alimentación inadecuada, contaminantes…) se activan los mecanismos de defensa con la finalidad de restablecer el equilibrio de flujo alterado y lo hacen a través de la inflamación. De modo que la enfermedad no es sino la manifestación de esos mecanismos de defensa. La sabiduría popular hace referencia a este hecho cuando afirma que “mocos es salud”, añadiendo que “lo que sale, no se queda dentro”.

Cuando nuestro organismo se está desintoxicando, es frecuente que aparezcan síntomas como dolor de cabeza, irritación de garganta, malestar general, dolores musculares y/o articulares, aumento leve de la presión arterial, etcétera.

Esas reacciones de “empeoramiento” son saludables y nos indican que nuestras toxinas están siendo eliminadas. De hecho, nos indican el éxito del proceso de recuperación de la salud.

Por ejemplo, si un paciente mejora del asma y aparecen reacciones en la piel en forma de eccema, significa que se está curando.  Es frecuente observar la reaparición transitoria de síntomas antiguos en orden inverso al que aparecieron a lo largo del tiempo. Es interesante constatar que la reaparición de los síntomas tiene lugar con menor intensidad que cuando se sufrió la enfermedad, son más bien un recordatorio.

De modo que las crisis curativas representan la eliminación de esas toxinas que estaban dañando al organismo. Por medio de este proceso constructivo encaminado hacia la salud, los tejidos viejos y enfermos son reemplazados por tejidos nuevos y sanos.

El Dr. Constantine Hering (1.800-1.880), un médico homeópata y botánico alemán. Fue uno de los pioneros de la homeopatía en EE. UU. Definió Ley de la Curación que describe una serie de fenómenos que observamos siempre que hay una buena evolución de la enfermedad.

Es muy importante conocerla para saber interpretar que la curación es un proceso, y que mientras transcurre pueden aparecer los siguientes fenómenos:

  • la mejora y la curación se producen de dentro afuera del organismo
  • los síntomas desaparecen desde la parte superior del cuerpo hacia abajo
  • las molestias van desde un órgano importante a otro menos importante
  • los síntomas desaparecen en orden inverso a su aparición 

Además, siempre que hay una verdadera curación ésta va acompañada de una mejoría mental y emocional.

La curación, aún en los casos de buena evolución, no siempre precisa el cumplimiento de todos los puntos de la Ley de Hering. No obstante, la presencia parcial de algunos de estos síntomas adversos representa siempre una señal favorable.

Continúa en el post  «La ley de Hering II»

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