La relación sodio/potasio en los alimentos I

Hoy comparto con vosotros una aproximación a la comprensión yin yang de los alimentos, desde la química y la fisiología. Esta visión es de gran ayuda para contemplar los alimentos como herramientas imprescindibles en el mantenimiento y la recuperación de la salud.

El sodio

El sodio es uno de los elementos químicos más abundantes en el equilibrio celular y consecuentemente en nuestro organismo. Lo encontramos en los líquidos corporales en forma de cloruro de sodio sobre todo. Por eso la sal ha tenido tanta importancia en todas las civilizaciones.

La sal ha dado nombre a la palabra salario que viene del latín salarium que correspondía a la moneda de sal con la que se pagaba a los soldados romanos en la antigüedad.

En la Edad Media el rango social de un individuo se medía por el hecho de que su huésped lo sentaba más o menos cerca de la sal de mesa.

La función esencial del NaCl en los líquidos del organismo es mantener una adecuada presión osmótica. Es por eso que si se retira una célula viva de una solución fisiológica y se la mete en agua pura, se hincha hasta que revienta.

Las necesidades diarias de sal para una persona de 60 kilos oscilan entre 3 y 20 gramos, en función de la actividad física y el clima en el que se vive.

Los alimentos de origen animal son ricos en sodio, pero como en nuestra alimentación predominan los vegetales, la sal se ha añadido a nuestros platos desde el albor de los tiempos.

Joseph Favier en su libro Equilibrio mineral y salud escribe que la forma moderna de comer es la causante de un déficit de sodio y magnesio, junto a un exceso de potasio. Para mejorar esta situación aconsejamos la inclusión de la sal  marina frente a la sal refinada, ya que la primera nos aporta magnesio además de sodio.

El potasio

Es a la vez antagónico y complementario del sodio. Está en las células en una relación con él de 7 a 1. La relación sodio/potasio intracelular es de 1/7 y en los líquidos extracelulares es a la inversa.

Es complementario con el sodio en el mantenimiento de la presión osmótica y por tanto no debe estar en deficiencia ni en exceso.

Las necesidades diarias varían entre 1 y 3 gramos, y se cubren fácilmente con las verduras y las frutas que ingerimos.

El potasio está presente en toda la cadena alimentaria por lo que no hay riesgo de carencia sino más bien de exceso. Tiene un fuerte efecto dilatador que se observa en la agricultura cuando se añaden abonos potásicos, dando lugar a vegetales con mayor contenido en agua y menos sustancias nutritivas.

Este efecto dilatador también es visible a nivel de los órganos del cuerpo, siendo responsable de numerosas inflamaciones, desde vasculitis, fascitis, amigdalitis, artritis, etc.

Un exceso de potasio en nuestro organismo disminuye además la capacidad intelectual y debilita la memoria. Favorece igualmente la dispersión mental y puede conducir a la depresión.

Las pautas de alimentación pediátrica en la actualidad recomiendan cantidades muy importantes de alimentos ricos en potasio (verduras, productos lácteos y frutas a diario), así como la exclusión de la sal. Estas recomendaciones proporcionan un balance sodio/potasio claramente lejos del equilibrio

Este hecho ha dado lugar en las dos últimas generaciones a un tipo de jóvenes con un crecimiento tipo espárrago, es decir más altos y menos resistentes que sus mayores.

El aumento de la talla no es un criterio de mejora de la raza si no va acompañada de aumento de masa magra y de resistencia, tanto física como inmunitaria, aspectos estos últimos que no se observan en ese tipo de adolescentes.

La bomba sodio/potasio

La bomba sodio/potasio es una enzima fundamental en la fisiología de las células que se encuentra en todas nuestras membranas celulares y rige el equilibrio entre estos dos iones dentro y fuera de la célula. En condiciones de salud, se mantiene este equilibrio y es precisamente el riñón quien regula la concentración de estos dos iones.

La bomba expulsa tres iones sodio (Na+) hacia la matriz extracelular a la vez que introduce dos iones potasio (K+) hacia el citoplasma. Este bombeo permanente permite una concentración elevada de potasio dentro de la célula y baja fuera, mientras que la concentración de sodio es baja en el interior de la célula y elevada en el exterior.

Para hacernos una idea más precisa, la concentración intracelular de sodio es alrededor de 5 milimoles, mientras que la extracelular es de 145. Por el contrario la concentración intracelular de potasio es de 140 milimoles y la extracelular tan sólo de 5.

Estos datos nos indican que hay un fuerte gradiente electroquímico que impulsa a las dos sustancias a moverse: el sodio hacia adentro de la célula y el potasio hacia afuera.

Combinando estos dos factores, las células de un organismo son capaces de transmitirse señales eléctricas y comunicarse entre ellas, paso fundamental para la evolución del reino animal.

Continúa en el post: La relación sodio/potasio en los alimentos II

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