Los más interesantes y prácticos son los que describo a continuación, aunque existen muchos más: tantos como semillas y frutos secos.
Continuación del post: Los aceites: tipos y cualidades I
En nuestra cultura, es el aceite por antonomasia: disminuye los niveles del colesterol malo LDL, ayuda a reducir la hipertensión, mejora la función digestiva, previene el estreñimiento, favorece la absorción del calcio, etc.
Ayuda, igual que el de oliva, a prevenir la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares como la trombosis, embolias, ictus, derrames… pero está especialmente indicado en casos de insomnio, ansiedad, nerviosismo y estrés.
Muy recomendable para reforzar la memoria. También es un gran aliado en la menopausia, como alternativa a los preparados hormonales, pero sin los temidos efectos adversos de estos medicamentos.
Aceite de semillas de calabaza
Especialmente indicado cuando hay desmineralización, problemas de cabello, uñas y caries dentales. Eficaz para ayudar a expulsar la parásitos intestinales, (lombrices). Mejora el funcionamiento de la próstata y aumenta la vitalidad sexual, además de ayudar en los problemas urinarios como la cistitis. Es por tanto un buen aliado del aparato genitourinario.
Aceite de semillas de girasol
Ayuda a mantener limpias nuestras arterias y es un antioxidante importante. Muy interesante, junto con el de sésamo, en afecciones del sistema nervioso como la esclerosis múltiple y el Alzheimer.
Tiene el mejor equilibrio de grasas omega 3 y omega 6, por lo que es el modulador de la inflamación, del dolor, de la presión arterial, de la función cardiaca, de la función renal, de la agregación de las plaquetas, de la síntesis de hormonas. etc. Ayuda a prevenir las hemorragias uterinas y, al igual que el aceite de sésamo, es un buen recurso en la menopausia.
Es el aceite antienvejecimiento por excelencia, hay quien le llama incluso el aceite de la belleza. Es más que un cosmético para la piel, previene la formación de estrías, regula la producción de caspa… Al ser muy rico en vitamina E, está indicado también en casos de infertilidad.
Todos contribuyen de una u otra manera a mejorar nuestra salud: os invito a utilizarlos con moderación, teniendo en cuenta que las necesidades diarias de ácidos grasos son pequeñas. El de sésamo y el de oliva, para cocinar, y el resto, en crudo.