Los alimentos biológicos: garantía de salud III

Vegetales

Los productos químicos que se añaden a los cultivos agrícolas para aumentar la productividad se concentran de forma importante en la carne de los animales que se alimentan con esos alimentos: alfalfa, soja, etc. De este modo, comer alimentos animales favorece la toxicidad del medio interno comparativamente con los alimentos vegetales, mucho más saludables.

Continuación del post: Los alimentos biológicos: garantía de salud II

Los alimentos animales son más perjudiciales

Según el efecto de concentración que se produce en la pirámide alimentaria, más del 90 por ciento de todos los residuos químicos tóxicos que se encuentran en los alimentos están presentes en los de origen animal. Recordemos que si los 16 kilos de granos que come una vaca, se convierten tan sólo en un kilo de carne, los productos químicos que contiene el pienso con el que se alimenta al animal se concentran proporcionalmente.

Se impone la reflexión de si comer carne, huevos y productos lácteos procedentes de la ganadería convencional, a la luz de esta información, puede llegar a ser tóxico. Debemos prestar especial atención al consumo de leche y derivados lácteos ya que, debido a su alto contenido en grasas, son auténticos almacenes de los químicos que han consumido los animales durante la cría.

Una dieta ecológica debería estar compuesta por alimentos de cultivo orgánico y con predominancia de los vegetales en todas sus formas: cereales, legumbres, verduras y frutas. Los alimentos de calidad animal serían siempre una opción secundaria, lo que llamamos con frecuencia alimentos de lujo.

La destrucción de la capa de ozono

Si contemplamos la contribución que la producción industrial de carne para consumo humano tiene en la elevación de la tasa de CO2 atmosférico, nos sorprende comprobar que es una industria más contaminante que la mayoría.

Desde el uso de combustibles fósiles empleados en la tala indiscriminada de árboles para producir grandes extensiones de monocultivos con una agricultura mecanizada, hasta la producción de granjas, transporte, procesamiento y conservación de la carne… no tiene precedentes.

La forma de comer convencional, donde el alimento animal es de consumo diario y en una proporción que muchas veces supera el 50 por ciento del volumen total ingerido, es absolutamente antiecológica.

La ingente cantidad de CO2 que se vierte a la atmósfera en la actualidad provoca un aumento de la temperatura global del planeta con unas sequías prolongadas y las consiguientes inundaciones que observamos cada vez con más frecuencia.

El casquete polar ártico se ha reducido en más de un 30 por ciento a causa del efecto invernadero. A todo este desastre contribuye de forma principal una deforestación de casi media hectárea por segundo para hacer monocultivos de soja y otras forrajeras destinadas a la alimentación del ganado.

Nuestra salud y la del planeta

Es el momento de reflexionar acerca de lo que comemos, tanto para preservar la salud  personal, como la ambiental. La comida ecológica no es ninguna moda.

Más química

A los abonos, pesticidas, antibióticos y demás sustancias químicas añadidas en la producción de los alimentos tenemos que sumar las que se utilizan en su elaboración. Nos referimos a los aditivos químicos como conservantes, emulsionantes, colorantes, etc. Algo muy a tener en cuenta a la hora de elegir qué alimentos queremos llevar a nuestra mesa.

Los aditivos se añaden durante el procesamiento que hace la industria alimentaria después de la producción tanto agrícola como ganadera: la elaboración de los alimentos.

Un aditivo es toda sustancia que, sin poseer valor nutritivo alguno, es añadida en cantidades mínimas a los alimentos con objeto de modificar caracteres organolépticos como sabor, olor, apariencia… y para facilitar o mejorar el proceso de elaboración y conservación.

La mayoría de aditivos son sustancias totalmente ajenas a nuestro metabolismo y nos someten a un gran esfuerzo de desintoxicación al que no estamos constitucionalmente adaptados.

En cuanto a los efectos adversos de los productos químicos añadidos a los alimentos, tenemos que contemplar la toxicidad de la sustancia en sí misma, la dosis en la que se añade y la combinación con los otros aditivos. Este último efecto es muy importante ya que la toxicidad combinada de dos aditivos siempre es mayor que la suma de la toxicidad de las dos sustancias por separado.

Son aditivos alimentarios los nitratos y nitritos, fosfatos, antioxidantes, emulgentes, materias aromáticas, potenciadores del sabor, colorantes, conservantes y vitaminas de síntesis. Estas sustancias alteran profundamente el metabolismo, destruyen vitaminas, son inhibidores de enzimas, se combinan con proteínas, etc.

Sustancias químicas añadidas a los alimentos durante su elaboración

Para satisfacer la demanda de los consumidores la industria alimentaria necesita utilizar más productos químicos durante la elaboración: colorantes para que las truchas sean asalmonadas, potenciadores del sabor para que los platos light sepan a lo que no tienen, etc.

Nitratos y nitritos

Estas sustancias, además de formar parte de muchos abonos minerales, se usan también como colorantes en la elaboración de los alimentos. Hecho que proporciona el color rojo a las carnes por formación de metahemoglobina, un producto de la oxidación incompleta de la hemoglobina del que hemos hablado anteriormente.

Tradicionalmente, cuando se hacían embutidos, el color rojo del chorizo lo proporcionaban los llamados pimientos choriceros: ahora nos lo aportan los nitritos.

Si hacemos una reflexión breve, los nitritos que consumimos con los embutidos se suman a los contenidos en el agua del grifo que proceden de los abonos químicos de la agricultura convencional.  Por eso es conveniente ir tomando conciencia del efecto sumatorio de la cantidad de sustancias ajenas a nuestro metabolismo que ingerimos, a veces sin darnos cuenta.

Fosfatos

Son utilizados sobre todo en la elaboración del jamón york. Producen una gran retención de agua, tanto que el rendimiento de la carne de partida para fabricar el jamón, aumenta en más del 100 por cien. Pero no solo pagamos agua a precio de jamón, sino que además los fosfatos son perjudiciales para la salud.

Confieren a la carne a la que se añaden un efecto descalcificador a causa de su poder complejante, es decir, ligan al calcio para formar fosfatos de calcio insolubles.

No deja de ser paradójico que el jamón de york muchas veces sea la primara carne que se da a los niños y que muchos la consideran comida para enfermos…

Antioxidantes

Los más utilizados son el E-220 (anhídrido sulfuroso), el E-221 (sulfito de sodio) y el E-227 (bisulfito de calcio).

Inactivan a la vitamina B1 y por lo tanto producen avitaminosis, además de problemas digestivos. La combinación de los bisulfitos con avitaminosis B puede provocar polineuritis, despigmentación de los incisivos, calcificación renal, fibrosis e hipertrofia de las mucosas, alteraciones uterinas, etc.

Otros antioxidantes que se usan para evitar que se enrancien los aceites son el E-320 (BHA–butilhidroxianisol) y el E-321 (BHT-butilhidroxitol).

Éstos elevan las tasas de colesterol y lípidos, producen retrasos en el crecimiento del feto durante la gestación, destruyen la vitamina D y en el 10 por ciento de los animales de experimentación producen anoftalmia en sus crías (no se forman los ojos).

Emulgentes

Se usan para homogeneizar las mezclas y para dar cierta cremosidad y facilitar el que sean fáciles de untar. Son el E-401 y siguientes, también conocidos como alginatos. Estas sustancias pueden bloquear la asimilación de minerales y provocar cálculos renales como el E-477. Resulta llamativo que en muchos casos no es obligatorio que esa información aparezca en las etiquetas.

Materias Aromáticas

Son mezclas que imitan a los aromas naturales, pero son sustancias químicas que hacen que los alimentos nos ofrezcan el sabor o el olor de lo que no son o no tienen. Imitan los caracteres organolépticos de los alimentos naturales para inducirnos a su consumo.

En la actualidad la elaboración de alimentos incluye más de 500 productos químicos muchas veces combinando varios de ellos; hablamos del acetato de amilo, acetato de butilo, aldehído benzoico, mentol, vainillina. Te animo a leer una etiqueta de cualquier producto elaborado: te sorprenderás.

Los aromas químicos producen reacciones de inflamación en la mucosa bucal y son peligrosos para las personas alérgicas; de hecho, muchos no están permitidos en alimentos destinados a bebés… Una clara muestra de que no son inocuos.

Estos aromas artificiales se usan desde, para perfumar las rosas de la floristería que han perdido su perfume original, hasta productos de charcutería, confitería y pastelería.

Continuará en el post: Los alimentos biológicos: garantía de salud IV

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