Continuación del post: “Dietética clásica y Macrobiótica V”
Hoy hablamos de dos minerales controvertidos: el calcio y el hierro. Descubre la mejor forma de no tener carencias.
Los minerales
Son un grupo de nutrientes que incluye los minerales propiamente dichos y los oligoelementos.
Los minerales son elementos constitutivos no sólo de los huesos, sino que deben estar en un delicado equilibrio en el plasma sanguíneo y en las células para que el metabolismo funcione correctamente. Son responsables de la armonización entre el yin y el yang. Hablamos del equilibrio Ca/P, del equilibrio Na/K, del equilibrio K/Mg… Los oligoelementos son minerales que necesitamos en muy pequeñas cantidades y que tienen función catalítica.
Uno de los mitos de la Dietética clásica es que los aportes de calcio deben provenir principalmente de la leche de vaca y los derivados. De hecho la leche y los productos lácteos son uno de los 4 grupos básicos de alimentos. Esto quiere decir, que en un menú equilibrado debe haber productos lácteos.
El calcio
Hay alimentos con mayor contenido en calcio que la leche, como las algas marinas, las semillas, los frutos secos, algunas verduras verdes… Pero para tener unos buenos huesos, lo principal es que el calcio que tomamos sea asimilable y para ello es imprescindible que la relación Ca/P sea como mínimo de 2/1. Siempre que el fósforo esté en mayor proporción que la indicada, se forman fosfatos de calcio insolubles que se eliminan por vía intestinal en forma de fecalitos, como observamos frecuentemente en las RX de abdomen. Además el calcio debe estar balanceado con el magnesio.
Las proteínas son ricas en fósforo, sobre todo las de origen animal, como en el caso de la leche, en la que la relación Ca/P es de aproximadamente 1/1. Es por eso, que a pesar de que los productos lácteos son alimentos de consumo diario, la osteoporosis tiene carácter epidémico en los países ricos. El calcio de la leche no se absorbe. Podemos concluir diciendo que el problema del calcio no está en el aporte en la dieta, sino en la pérdida que se produce cuando se hace una dieta excesivamente rica en proteínas. Este hecho crea un balance acidificante y el calcio hace de tampón, neutralizando la acidosis.
El hierro
Otro de los mitos de la Dietética clásica es que para no tener anemia hay que comer carne y que sólo se asimila el hierro hemo, o lo que es lo mismo el que está presente en los alimentos animales. No deja de ser sorprendente que aunque los pescados y los frutos del mar son más ricos en hierro y vitamina B12 que la carne, se siga defendiendo el consumo de carne en primer lugar.
La anemia también es otro de los males de nuestra época, a pesar de que en las recomendaciones clásicas se incluye la carne a diario desde la etapa pediátrica. Ocurre que como decíamos al principio; los minerales deben estar en equilibrio y muchas veces, el exceso de calcio proveniente de los productos lácteos, compite con el hierro en su absorción.
Lo mismo que en el caso del calcio, el problema de la anemia tampoco es de aporte en la dieta, el hierro es un mineral presente en los alimentos en cantidades suficientes, el problema reside en la absorción que también se ve dificultada por un consumo excesivo de alimentos enfríadores como las ensaladas y frutas altamente recomendadas. No olvidemos la insistencia de la dietética clásica de tomar 5 raciones de fruta y verdura al día.
La Macrobiótica: alternativa razonable
Cuando tomamos alimentos integrales y biológicos el contenido mineral es mucho mayor que en los alimentos refinados y cuando comemos respetando el equilibrio yin yang no creamos desequilibrios minerales acidificantes, por lo que no sólo no se producen carencias, sino que la forma de comer macrobiótica permite la recuperación de los problemas de desmineralización como hemos comprobado ampliamente en la consulta a lo largo de los años.
Continúa en el post: “Dietética clásica y Macrobiótica VII”