Azúcar, dulce veneno

El azúcar llega a nuestras mesas como un granulado cristalino blanco que no existe en la naturaleza. Para obtenerlo, se utilizan hidróxido de calcio y formol, y a continuación se añade CO2: este último proceso es el que favorece la cristalización. El resultado es un polvo blanco, químicamente puro, que no pertenece a la categoría de los alimentos, sino a la de los “comestibles”. Entendemos por “comestibles” todas las sustancias susceptibles de ser comidas pero que no produce la madre naturaleza; llegan a nosotros mediante el procesamiento de la industria alimentaria.

Para poder metabolizar el azúcar refinado el organismo debe utilizar sus reservas de vitaminas del grupo B, además de calcio y magnesio: por eso decimos que es un gran desmineralizador. Como todos los alimentos refinados, sólo nos proporciona calorías vacías.

El azúcar es un comestible que, además, provoca otros efectos que desaconsejan su consumo como acidez de estómago y gran adicción. Esto último sobreviene de la asimilación rápida por el organismo que, a la postre, puede desencadenar hipoglucemias reaccionales; es lo que se conoce como ansiedad por lo dulce.

Una alternativa saludable pasa por acostumbrar al paladar a los sabores dulces naturales de los alimentos. De igual modo, existen sustitutos saludables como las mieles de cereales de fermentación natural o el azúcar integral biológico.

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