¿Qué es la salud?

Si definimos la salud de una forma amplia, diríamos que es un estado de equilibrio, de armonía entre nosotros y el medio ambiente que nos rodea.

En biología se dice que un ecosistema está en equilibrio cuando los seres que lo integran, animales, plantas están en equilibrio con el medio (lagos, prados, bosques) y de tal manera que las interacciones de todos los integrantes de ese ecosistema repercuten positivamente sobre el conjunto.

Pues bien, los seres humanos formamos parte del ecosistema terrestre y las relaciones que mantenemos con él son de fuerte agresión: contaminación de la aguas, deterioro de la capa de ozono, aumento del efecto invernadero, continua deforestación…

Si entendemos que lo que ocurre en el exterior, es decir en nuestro medio ambiente, repercute en nuestro interior, podemos comparar y ver que cada vez que tomamos productos químicos en forma de aditivos alimenticios o medicamentos, es como si echásemos vertidos tóxicos en nuestro río interior (la sangre); que cada vez que respiramos humo del tabaco o de los gases de la combustión de la gasolina es como si talásemos un trozo de selva virgen (nuestros pulmones) ya que la renovación del oxígeno se ve impedida. Cuando comemos un exceso de proteínas, nuestro hígado y nuestros riñones sufren por sobrecarga de residuos y la sangre se contamina aún más.

Luego debemos pensar que además de tener unos hábitos ecológicos externos: consumir papel reciclado, detergentes ecológicos, usar la bicicleta antes que el automóvil… debemos proteger y cuidar nuestro ecosistema interior.

Para alcanzar estos objetivos de SALUD proponemos los siguientes pasos:

1. Desterrar los llamados “comestibles” de nuestra despensa. Nos referimos a los alimentos desnaturalizados que han sido fabricados, manipulados y que están ya listos para comer. Galletas, pastelitos, conservas, platos precocinados…Hacer una elección correcta de los “alimentos” que son todos aquellos productos que nos da la naturaleza, tanto en reino vegetal (frutas, verduras, cereales y legumbres) como en el animal (huevos, carne, pescado y productos lácteos).

2. Distinguir entre esas dos categorías de alimentos y saber que los de origen animal no deben ser nunca más del 15 % en volumen del total de la ingesta diaria. Esta recomendación tiene que ver con que nuestra dentición y la longitud de nuestro intestino están mejor adaptados a una dieta vegetariana. Tenemos unos colmillos poco desarrollados y amilasas en la saliva que son unos enzimas para digerir los almidones, cosa que en los animales carnívoros no se da.
Por otra parte en los carnívoros, el intestino es muy corto, con la finalidad de que los residuos de los alimentos permanezcan el menor tiempo dentro del animal, por la putrefacción importante que sufren. Nosotros tenemos un intestino demasiado largo para hacer una dieta como la que se consume actualmente con un 50 % de alimentos de calidad animal.

3. Dentro de los alimentos vegetales, tomar diariamente cereales integrales y legumbres como alimento principal. En el reino vegetal podemos distinguir los alimentos constructores (cereales, legumbres y frutos secos) y los desintegradores (verduras y frutas). Una dieta pobre en carnes requiere comer cereales (siempre integrales) y legumbres acompañados de vegetales en una proporción que también la sugiere nuestra dentición. Tenemos 20 molares frente a 8 incisivos. Quiere esto decir que si la función de la muelas es moler, y lo que se muele son los granos o semillas, deberíamos tomar un proporción importante de la alimentación diaria en forma de granos. Otro aspecto muy ligado al equilibrio ecológico es que las verduras y frutas no están disponibles en la naturaleza todo el año, a no ser que se hagan cultivos forzados y almacenamiento en cámaras frigoríficas, ya que son alimentos perecederos. Así el consumo de ensaladas o frutas será más abundante en verano y el de sopas y guisados en invierno.

4. Comer alimentos del tiempo y del lugar y de calidad biológica. Esto nos supone una integración con el medio ambiente muy especial y armonizadora. No olvidemos que hoy se puede tomar salmón de Noruega, kiwis de Nueva Zelanda, cerezas de Chile, caviar Iraní… todo en una misma comida. Un error de las sociedades modernas es pensar que el ser humano puede comer cualquier cosa (ya que somos omnívoros), en cualquier cantidad y en cualquier momento. Esta actitud supone un profundo desconocimiento de las leyes universales y en la base de la enfermedad está esa profunda ignorancia. Los alimentos biológicos no son una moda. Tienen un 23% más de extracto seco que los cultivados con abonos químicos, un 69% menos de nitratos, un 49% más de magnesio y valores significativamente mayores de hierro, cobre y otros oligoelementos. Asimismo tienen un 35% más de aminoácidos esenciales.

5. Cocinar adecuadamente los alimentos preferentemente con leña o con gas. Evitar en lo posible los aparatos eléctricos en la cocina (sobre todo los hornos microondas). Debería haber un equilibrio entre lo crudo y lo cocinado. En una época donde cada vez se cocina menos, debemos decir que el fuego predigiere los alimentos y los carga energéticamente. Esa mala prensa que tiene el fuego de que destruye los alimentos tiene que ver con usar cocciones con altas temperaturas (sobre todo fritos) durante largo tiempo.

6. Masticar cuidadosamente cada bocado. Este es un aspecto casi olvidado y la digestión comienza en la boca. Por esto es esencial insalivar correctamente y triturar  concienzudamente los alimentos para su posterior aprovechamiento. No somos lo que comemos sino lo que asimilamos. Infinidad de problemas digestivos se solucionan solo cuando comenzamos a masticar. Deberíamos tomarnos tiempo para comer y hacerlo siempre sentados y en un ambiente armónico. Un profesor nuestro norteamericano nos decía en cierta ocasión “Que suerte tenéis los europeos que todavía coméis sentados…” el hecho de tratar adecuadamente a nuestro cuerpo físico supone que nuestras emociones y nuestro intelecto funcionen de modo óptimo.

7. Beber solo cuando haya sed y no durante la comida. Beber en exceso diluye los alimentos y hace que nuestro aparato digestivo “trabaje” más para procesar los alimentos tan diluidos. Reducir el consumo de bocadillos.

¿Por qué hemos hecho referencia a la alimentación en relación con la salud?

En primer lugar porque la comida es la forma más directa de interacción o de relación con el medio ambiente y es a través del alimento como nos apropiamos del entorno, nos hacemos uno con él. Desde otro punto de vista, porque es esencial comer para estar vivo y dependido qué y cómo se coma, uno puede enfermar gravemente. En la actualidad existen un sin número de enfermedades llamadas de la civilización, ligadas a la forma moderna de comer en los países industrializados: cáncer, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes…

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