Hoy continuamos describiendo algunos de los cambios más importantes acerca de la forma de comer en el último siglo, para comprender la magnitud de dicha evolución en la aparición de las enfermedades de la civilización.
Continuación del post: Hábitos alimenticios actuales y sus repercusiones en la salud I
Recordamos que somos una sociedad de exceso, consumimos todo tipo de bienes como nunca se ha hecho en la historia, y sobre todo alimentos. Sólo nos tenemos que comparar con las sociedades tradicionales o con los países denominados en vías de desarrollo. Continuamos describiendo los excesos alimenticios que comenzamos en el post anterior.
Exceso de conservas y alimentos refinados
La mayoría de los alimentos procesados por la industria alimentaria están de una u otra forma desnaturalizados. Han perdido gran parte de sus vitaminas, minerales y energía vital, es decir, la capacidad de germinar, como en el caso de los granos, al transformarse en harina. Además, contienen aditivos cuya inocuidad no está demostrada. Aconsejamos, por tanto, sustituir los alimentos refinados por los integrales, que además, son más sabrosos.
Exceso de calorías vacías
Uno de los errores más grandes de nuestra alimentación es el consumo cada vez mayor de calorías vacías, es decir, las que provienen de alimentos que carecen de los elementos protectores como son las vitaminas, minerales y oligoelementos. Los podemos agrupar en tres categorías.
- El azúcar refinado: todas las calorías que aporta son vacías ya que está compuesto por sacarosa pura en un 100 por cien.
- Las grasas de origen animal y las vegetales procedentes de aceites refinados: nos proporcionan calorías casi vacías ya que apenas contienen elementos protectores, a diferencia de los aceites integrales y biológicos, semillas y frutos secos.
- El pan blanco y el arroz blanco: además de que no contienen fibra, apenas tienen vitaminas ni minerales, por lo que nos aportan a igual que los anteriores calorías medio vacías.
Estas tres categorías de alimentos consideradas globalmente representan el 80 por ciento del aporte total diario. En otras palabras, nuestra alimentación actual carece de elementos protectores (vitaminas, minerales, oligoelementos…) a los que continuamente estamos aludiendo y que son imprescindibles para su metabolización.
Además de comer en exceso, hemos incorporado alimentos, que eran de consumo ocasional, a nuestro menú diario, y hemos descartado de nuestra mesa otros que son fuente de salud.
Desaparición de los cereales completos y las legumbres
Los cereales y las legumbres han constituido la base de la alimentación de la humanidad hasta el comienzo de la era industrial. Aproximadamente el 80 por ciento de las calorías ingeridas en el pasado eran aportadas por estos dos grandes grupos de alimentos.
Aunque no nos vamos a extender explicando el excepcional valor nutritivo de los cereales y las legumbres, diremos que contienen prácticamente todos los nutrientes que el cuerpo necesita, y, además, son fáciles de producir y conservar.
La sustitución de estos dos grupos de alimentos por la carne y los comestibles (alimentos refinados y procesados) es la causa que ha favorecido la aparición de numerosas enfermedades que tienen como denominador común: un aporte deficiente de fibra, magnesio, de vitamina F, oligoelementos y un largo etcétera.
Por otra parte, el desarrollo de la tecnología ha permitido obtener fuego de forma instantánea, ha inventado la conservación mediante el frío y ha procesado la caña y la remolacha para fabricar el azúcar.
Prácticas culinarias aberrantes
- Abuso de temperaturas elevadas en la cocción: Los aceites proporcionan temperaturas de más de 200 0C, lo que conlleva la aparición de sustancias tóxicas en los alimentos como la acroleína, y hacen que se saturen las grasas insaturadas. Los fritos son por tanto una forma de cocinar poco recomendable, sin contar con que, además, los alimentos cuando se fríen absorben grandes cantidades de grasa.
- Abuso de las grasas para la preparación de los alimentos: La práctica totalidad de los platos de la cocina actual utilizan el aceite, ya sean ensaladas, verduras, guisos, fritos, estofados, horneados… Incluso a veces, en otras cocinas, éste es sustituido por mantequilla.
- Las verduras se cuecen de forma inadecuada: con demasiada agua, demasiado tiempo, con presiones elevadas, etc.
- El abuso del azúcar: la cantidad que se usa en la repostería es tal, que esta sustancia llega a enmascarar el sabor natural del resto de los ingredientes, obteniéndose muchas veces, un postre que sólo sabe a azúcar.
- Abuso del refrigerador y del congelador: hoy los alimentos refrigerados representan una forma alternativa al consumo de alimentos frescos.
- Utilización cada vez más frecuente de los hornos microondas, no tanto para calentar los alimentos, sino incluso para cocinar, preparar los biberones de los bebés, etc.
Estos datos nos deben invitar a una reflexión para entender que nunca se ha comido de modo tan desequilibrado desde los albores de la humanidad. Así, en el pasado las enfermedades han sido carenciales, ligadas a la pobreza y a la falta de higiene y en la actualidad las enfermedades son de exceso de alimentos desnaturalizados, contaminados y por lo tanto incompatibles con la salud.
Pero desde el conocimiento y la información podemos hacer un cambio hacia los alimentos verdaderos que son aquellos que produce la naturaleza sin intervención de la química agroalimentaria, ni la industria de procesamiento.
Comamos alimentos naturales, integrales y de cultivo ecológico.